domingo, 23 de agosto de 2009

PESA-DUYA


Fue como una pesadilla. Me incorporé sobre la cama y vi el reloj: cinco con dos minutos de la madrugada. Estaba sudando. Tenía una sensación como si mi espíritu aún estuviera caminando por los túneles del sueño. Entonces recordé.
Estaba en un café. Por la vitrina miraba la calle, los anuncios de los negocios de enfrente, los carros, la gente que caminaba ligero porque comenzaba a lloviznar. Abrían sus paraguas y otros se colocaban los periódicos sobre la cabeza. Entonces llamé a la mesera porque debía ir a la cita. Pagué y tomé mi e-book y con él me tapé la cabeza en cuanto salí del café. La llovizna arreció y se convirtió en un señor aguacero. La gente estaba resguardada debajo de los toldos de los comercios. Yo caminaba muy orondo, protegido con mi e-book, podría decirse que casi no sentía mojarme. El e-book funcionaba como un gran hongo protector. Caminaba con aparente tranquilidad, pero algo en mi interior bullía con intensidad: ¿mi e-book era resistente al agua? Desperté.
Hoy, en cuanto prendí este chunche quise corroborar el dato, pero luego pensé que era una estupidez. Debía cancelar esa pesadilla.
Tal vez algún día tendré un e-book en mis manos (ya no como sueño sino como realidad). Deberé acostumbrarme a no subrayar; a no hacer anotaciones; a no colocarlo debajo de la almohada; a no quedarme dormido con él (los libros de papel se caen y no pasa nada). Deberé acostumbrarme a no llevarlo al baño y arrancar alguna hoja en caso de urgencia; a no cubrirme del sol con él cuando camino al mediodía. Deberé acostumbrarme a prenderlo y apagarlo. Y, sobre todo, deberé acostumbrarme a no tener más que un e-book; a entender que las bibliotecas llenas de libros encuadernados corresponden a sueños pasados.
¿Qué haré cuando llueva? Deberé proteger al e-book más que a mi cuerpo. Tal vez tendré que colocarlo en un bolso impermeable especial.
Un día, por descuido, tiré un libro sobre una cubeta llena de agua. Lo saqué de inmediato y lo puse a secar. Días después el libro estaba como chicharrón. Algunas páginas se pegaron para siempre y ya no pude recuperar el libro del todo. ¿Qué le pasa a un e-book si cae adentro de una alberca? ¿Qué le pasa si, por accidente, queda sobre una mesa a la intemperie y comienza a llover? ¿Resiste una llovizna, un aguacero de septiembre?
Fue como una pesadilla. Por eso, ahora, tomo un libro de papel, lo llevo a mi pecho, lo abrazo y doy gracias a Dios porque está a resguardo, porque el cielo está lleno de estrellas, limpio de nubes (anoche lloviznó tantito, tal vez por esto soñé lo que soñé). Fue como una pesadilla.