viernes, 23 de octubre de 2009

CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO LA ESCRITURA SÍ DA PARA COMER



Querida Mariana, basta ser canario para ser escritor. Los canarios sólo necesitan alpiste y una jaula para vivir. Los canarios cantan de manera bella porque nada les preocupa. Así pues, el reto del escritor es ser canario. El día que logra la transformación sus textos adquieren un ritmo como de camino al Sol.
Antes de aprender conceptos raros como cacofonía, oxímoron, sinécdoque, aféresis o sinalefa, es preciso que un escritor aprenda cómo convertirse en canario.
Aunque pareciera empresa imposible, ser canario es de lo más simple del mundo. Primero, el escritor debe acostumbrarse a vivir como en una jaula, para estar “lejos del mundanal ruido”. Es preciso entonces adecuar un cuarto en la parte más escondida de la casa. De preferencia, se recomiendan esas viejas casonas comitecas con “sitio” atrás. Se sugiere eliminar, con un poco de veneno, las plagas del televisor y de los radios. Ya se sabe que estos bichos son perniciosos y, como si fueran “pescaditos”, roen las hojas de los libros. Las palabras son como los estantes de madera, si la polilla las ataca comienzan a perder fuerza.
Hay canarios blancos, pero los mejores son los amarillos, por lo tanto es bueno que la piel de un escritor tome el color de los orientales. Esto se logra después de estar mucho tiempo frente a la computadora o frente al cuaderno en blanco. Las desveladas durante mil y una noches producen un maravilloso tono hepático.
Acto seguido, es preciso llenarse de plumas (no fuentes, ni bolígrafos). ¡Plumas que permitan el vuelo! Esto se logra a través de un proceso de ósmosis. Mil y una noches abrazado a los libros produce el milagro.
¿Mirás que ser canario no es tan difícil? Claro, lo complejo es el vuelo y el canto. Sin el canto un canario es un simple zanate amarillo.
Para el vuelo es preciso el aire, y para el canto, ¡el aire! También para la vida, Mariana, ¡el aire! Todo es el aire: la música, el ritmo, el bongó, el modo de caminar y la forma de treparse sobre una escalera para alcanzar el aire.
La gente recomienda a los jóvenes estudiar una carrera como medicina, contaduría o mecatrónica; y les advierte que si estudian literatura corren el riesgo de “vivir del aire”. Los jóvenes se llenan de temor, abandonan su vocación y eligen un camino impuesto.
“¿Vivir del aire?” ¿Imaginás el prodigio? El canario vive del aire más una pizca de alpiste. ¿Y qué pero le pones a la vida del canario? ¿Has oído con atención cómo canta? ¿No te ha pasado nunca que caminás al lado de una jaula y de pronto pensás que estás en La Scala de Milán? ¿Nunca has confundido un canario con Pavarotti?
¡Canarios necesita el mundo! La Tierra está llena de cuervos médicos, águilas contadoras, zanates mecatrónicos y pájaros bobos políticos. Por esto nos va como nos va.
P.d. Estuve en la celebración de los veinticinco años del Instituto Tecnológico de Comitán. Como parte del festejo hubo pastel y una enorme reja de papel de china frente a la puerta del auditorio. ¿Vos sabés que cuando alguien cumple años se acostumbra colocar una reja de papel de china en la puerta del cuarto del festejado? Es bien bonito levantarse, oír el ronroneo de afuera, abrir la puerta y toparse con esa cortina translúcida; es hermoso dar dos pasos y “romper” ese muro frágil para hallar la luz y el abrazo de tus afectos en medio del canto de “Las mañanitas”. A veces también pienso que el escritor no es más que un topo que debe pasar a través de la reja para hallar la luz, ¡la luz! ¿En qué se transforma el topo una vez que sale de su cueva? Eso no lo sé, de eso se trata este camino.