jueves, 8 de octubre de 2009

PRESENTACIÓN DE LIBRO



¿Y si acudimos a la presentación "virtual" de un libro de poesía?
Imaginemos que estamos en una sala de la ciudad de San Cristóbal de Las Casas. No hay mucho frío. Por ahí está el Doctor Andrés Fábregas Puig (Rector de la Universidad Intercultural). En la mesa de honor está el Licenciado Ruiz Abreu; Paty Chandomí,autora del libro que se presenta; y las dos presentadoras: Valeria Valencia Salinas y Sandra de Los Santos.
Ahora, por favor, hagamos silencio porque el moderador presenta a Valeria Valencia, quien lee su texto. Shhh.
APUNTES DE UNA LECTORA AMIGA
Valeria Valencia

Antes de referirme a la obra, quiero referirme a la autora. Prevengo al público mi poca o nula objetividad puesto que es ella, Patricia, fruto consentido de mi huerto amistoso.

Hablaré primero de ella, porque al leer a Guanábana me recuerda inevitablemente los tiempos alocados y hermosos de la universidad, en donde resaltaba entre mis compañeros una cabellera ensortijada, pantalones rotos y camisas del Che Guevara. Era ella, “la Pati” quien dejaba escuchar su firme voz para dar controvertidas opiniones en el salón de clases y la que nos contagiaba con su sonora risa que intempestivamente soltaba.

Eran tiempos agitados. Aún resonaba con fuerza la dura lección que nos daba el grito zapatista, grito de rebeldía que Paty acogió con fuerza y cariño en su corazón. Ella, muy a su manera, lo dejó salir reuniendo en varias ocasiones a bandas de rock de todo el estado en solidaridad con los desplazados zapatistas. La entrada a los conciertos era un kilo de despensa.

Les cuento todo esto en primer lugar porque supongo algunos de ustedes desconocían esta faceta de la autora de Guanábana, y en segundo, porque siempre es bueno recordar de qué madera está hecho el árbol.

En este caso, se podrán dar cuenta es una madera firme y a la vez jugosa, tan rebelde como cachonda, tan tímida como atrevida, tal y como ella misma se define. Por ello, creo atinada la elección que hizo Paty al fijar en nuestras mentes a una fruta tropical como símbolo de su poesía. El parecido con su personalidad es muy grande.

Abrir Guanábana es como abrir el pensamiento y corazón de Paty. En él hace un trabajo reporteril de la cotidianidad mediante la poesía. Son cada uno de sus poemas el registro del gran hecho que significa ser mamá, pero también mujer, compañera, fruta deseada y que desea.

En ese andar tan suyo en su huerto personal, la poetisa no olvida sin embargo a los frutos cercanos, a los que ha conocido en su crecimiento como árbol y se duele, y se sangra, y llora el abandono y la muerte ajenas. A este dolor le agrega otra de las características de su personalidad: el humor, humor costeño, Tal y como lo manifiesta en

Dónde estabas
Ay dolor de semilla, que ni me quisiste,
aunque siento,
que tú sabes que somos uno del otro,
pero no me ves,
no te reconoces.

Lunes, martes y miércoles pasan sin amor,
ay pasado a qué hueles
cuando te descubro y me niegas,
y te descubro,
y no te da gusto.

Esperé 28 años para conocer el origen,
y el origen no se acuerda,
y si se acuerda ya se perdonó,
y si no se ha perdonado,
se hace pendejo.

Y así estoy, sin pasado,
dándole de comer a los días,
con el dolor de saber que no hay amor
en la leche tirada,
ay condón de mis reclamos, dónde jodido estabas.
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Son sus poemas instantáneas de la vida, breves como el tiempo terrenal, sencillos y profundos a la vez como su pensamiento. En ellos, lleva impregnado el amor al arraigo, a la patria chiapaneca, costeña o cintalapaneca da lo mismo, el amor por el terruño lo reparte por igual.

De las notas de mi alma

Voy a ir a Francia,
a robar al griego,
necesito que me cante.

Voy a ir a España
a robar al gitano,
necesito su melancolía.

De Cuba,
lo necesito todo,
sus boleros, su mar.

De aquí.
de aquí no me puedo ir;
qué putas voy a hacer sin marimba.

Hace no mucho todavía, quizá unos 9 o diez años, en el salón de clases una melena con rebeldes rastas me pasaba un papelito a rallas, arrugado, mientras el maestro hablaba sobre algún tema equis. Era un pequeño escrito, con letra apresurada, con alguno que otro tachón. Lo leí y de inmediato lo relacioné con una fotografía familiar que había visto en su casa. Ahora, lo leo impreso en papel cultural, empastado y con una bella portada al igual que muchos otros sentimientos y reflexiones que salieron así, de manera espontánea, en un salón de clases o sentada en la orilla de una banqueta o durante su transporte en colectivo, como la vi incontables ocasiones.

Hoy, leo Guanábana y sé que es fruto de muchos sabores y sinsabores de la vida de una mujer cargada de esperanzas, de sueños, valor, amor y sobre todo de sonrisa franca, corazón sincero y mucha arrechura.