miércoles, 28 de octubre de 2009

EL RESTAURANTE "JULIO VERNE" DESDE LA TORRE EIFFEL


Tal vez los desayunos son más comunes en todo el mundo. En Comitán tenemos platillos muy especiales para la comida y para la cena. Son eso que se llama antojitos, sobre todo.
En mis tiempos de adolescente fue famoso "Tono Gallos", un restaurante que servía una serie de platos pequeños con una gran variedad de "botanas": Tortillas con asiento (la grasa que queda en un perol donde fríen la carne de puerco); frijoles negros con queso y cilantro; butifarra; carne adobada; carne en salsa verde; quesillo; crema; tostadas de manteca; chile en vinagre y otras nubes envueltas en salsas. Asimismo los antojitos para cenar son famosos: panes compuestos, chalupas y huesos.
Existen algunos platillos especiales para las mañanas. Por ejemplo, los huevos revueltos que se comen en cualquier parte del mundo, acá le agregan "chaya" o "chayote" (la chaya es la hoja que sirve para los anémicos).
Los comitecos saben a dónde ir cuando quieren comer estos antojitos, pero los visitantes ¡no!
Por lo regular, los turistas y visitantes van al centro de los pueblos. En este pueblo, como en todos los pueblos del mundo, en el Centro hay varios restaurantes. Hay un café en los corredores de lo que es la Casa de la Cultura. Yo, que casi como nada fuera de mi casa, cuando me siento en esas mesas no pido algo. Pero a veces me ha tocado acompañar a amigos que desayunan o comen ahí. El comentario general es que la comida es muy común y corriente. ¿Por qué entonces la gente elige este café? Ah, por el lugar privilegiado. Desde ahí uno ve la vida que transcurre en el parque y puede deducir cuáles son las coordenadas del espíritu de este pueblo.
Es una pena que los restaurantes del Centro no alíen el privilegio de su "vista" con la exquisitez de su gastronomía.
Otro "Tono Gallo" nos cantaría si frente al Centro hubiera un restaurante con esas características: otro "Foquito" nos iluminaría si en los corredores exteriores de la Casa de la Cultura existiera un restaurante que, por las tardes y noches, ofreciera los sabrosos panes compuestos y los exquisitos "huesos".
Pero acá en el pueblo se cumple la consigna de que no todo se da completo en la vida. Los panes compuestos los comemos en medio de salones pequeños con paredes pintadas en colores esquizofrénicos y las "vistas" maravillosas se nos atragantan en los ojos cuando sabores insípidos resbalan por nuestro cogote.
Por esto, la sugerencia para propios y extraños es sentarse en el parque de Comitán a comer una "trompada" o un "turulete" e ir a comer al distante restaurante de "Tono Gallos" y caminar un poco para cenar rico en "El Foquito".