jueves, 15 de octubre de 2009

VOLADORES


La UNESCO determinó que Los Voladores de Papantla sean considerados como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. De la primera frase privilegio el vuelo y de la segunda el término Inmaterial.
El vuelo es inmaterial. Es bueno que la UNESCO reconozca a los voladores, pero, en sentido estricto, es irrelevante.
Es irrelevante para términos del propio vuelo. Sólo un estúpido no advierte la grandeza en el vuelo.
Prodigio hubo el instante en que los primeros voladores escalaron el palo que tanta semejanza tiene con el "palo ensebado" que colocan en las plazas cuando hay feria. Desde ese día el vuelo fue como un estado de gracia para el ojo del hombre, para su corazón. Porque estos hombres, en realidad, no vuelan, "se descuelgan" como si fueran arañas temerosas. Más que su destreza con el ala se valora su intrepidez al vencer el miedo. ¿Por qué se descuelgan? Los historiadores y cronistas deben tener la respuesta. Pero ¿qué pensó el primer hombre que hincó un tronco enorme en el centro de la plaza? ¿Qué representa esta "caída"? Porque, insisto, el vuelo tiene la característica del ascenso, y los voladores de Papantla no ascienden.
No es la caída libre, es la caída en suspenso. ¿Qué nos dicen estos hombres que se desenredan como si despertaran de un sueño? ¿Hay mujeres en este ritual? ¿No? ¿Será que las mujeres sí, en verdad, son las que vuelan y nunca descienden?
Es simpático el término Inmaterial. Alude al aire, a la nube, al sueño, al hueco. ¿Será que los Papantlecos descienden sobre los muros del viento?