miércoles, 29 de diciembre de 2021

CARTA A MARIANA, CON LOS GLORIOSOS AÑOS SETENTA

Querida Mariana: mi compadrito Armando me envió esta fotografía. Es de enero de 1972. En algunos días, cumplirá ¡cincuenta años! ¡Cuánta vida, cuánta historia! Es un recibo de colegiatura del glorioso Colegio Mariano N. Ruiz, que en ese tiempo daba servicio de primaria y secundaria. Ahora atiende más niveles: maternal, preescolar, primaria, secundaria, bachillerato y universidad. La alumna Elsa Josefina Barrios Gordillo, esposa de Armando, entregó en la administración del Colegio Mariano N. Ruiz la cantidad de sesenta pesos, por concepto de colegiatura correspondiente al mes de enero de 1972. Por sesenta pesos al mes, mi comadrita Elsa recibía clases de secundaria. El salario mínimo en Chiapas, en ese año de 1972, era de 30 pesos al día; es decir, Elsita usaba el salario de dos días para pagar su colegiatura. Para que tengás una idea, diré que en este año, el salario mínimo es de 172 pesos diarios; es decir, Elsita pagaba 344 pesos de los actuales. Cuando el padre Carlos fundó el Colegio lo hizo con el objetivo de servir a la comunidad, de dar oportunidad a todos los niños para que se educaran en una escuela con valores y excelencia en el conocimiento científico. La Asociación Civil sigue respetando su legado. En los años setenta hubo alumnos de escasos recursos económicos que no pagaban colegiatura. La condición socioeconómica no fue impedimento para que hoy sean profesionales exitosos. En este recibo está la firma de una persona apreciada en Comitán: la madre Sara, cuyo nombre es: Dolores de La Barreda Guevara, así lo dice su firma, firma que hacía con cuidado, dibujando cada una de las letras. Ella fue maestra del colegio, una verdadera maestra, te he contado que ella no desperdiciaba un minuto de clase. Sus alumnos tuvieron el privilegio de recibir, además de las materias curriculares, clases de caligrafía; es decir, ejercicios para tener una letra clara, como de arquitecto y no de doctor. Esto último es una bobera, porque hay arquitectos que garrapatean las letras y doctores que tienen una letra impecable. En fin, lo que quiero decir es que antes de la letra script (de molde) hubo la cursiva. Hoy todo mundo escribe la letra de molde, en alguna reforma educativa decidieron que algunos alumnos escribían la letra cursiva en forma ininteligible y sus textos eran incomprensibles. Algo de eso es cierto. Mi abuelita Esperanza me mandaba cartitas cuando yo estudiaba en la Ciudad de México y ella estaba acá en la casa de Comitán. Su letra era como dice Rosario Castellanos que era la suya, difícil de descifrar. Pero, quienes dominaban la letra cursiva realizaban verdaderas joyas. Por ahí tenemos documentos históricos escritos con una letra bella. La madre Sara tenía una letra elegante, En los años sesenta, en la Matías de Córdova, recibí clases de caligrafía. Los alumnos de entonces escribíamos letra cursiva, siempre he dicho que soy “bilingüe” en lectura, porque descifro la letra de molde y la cursiva. Los muchachos de hoy tienen problemas en descifrar un texto escrito en cursiva, ya nacieron con la letra de molde. Este recibo vale hoy más de los sesenta pesos que fue comprobante en 1972. Vale mucho más, tanto como si fuese un autógrafo de esa hermosa maestra. Conozco muchos ex alumnos que recuerdan con emoción y gratitud lo que hizo la madre Sara por ellos. Nunca le pregunté a ella por qué eligió ser Sor Sara, tal vez para que luego no le dijeran Sor Lola o para renunciar al Dolores que le marcaba de nacimiento. ¿Y el recibo en dónde lo imprimieron? Tal vez en la imprenta de don Chinto Naciff (qué nombre tan hermoso el de don Chinto: Jacinto. Pucha, ¡nadita!) Posdata: don Rami Ruiz, propietario de la Proveedora Cultural, fue alumno de Mariano N. Ruiz, en su escuela La Industrial, en algún momento de la historia fue impresor. La letra que ahora se enseña en las escuelas de México también se llama letra de imprenta, acá vemos el porqué. Cada una de las palabras está separada. La letra cursiva debía dibujarse. En la firma de la Madre Sara se ve la delicadeza. Cualquiera diría que es letra de molde, porque son iniciales, pero a la hora de escribir el “de la” se ve la unión de ambas letras. Los textos que presentan los alumnos de hoy son más comprensibles, es cierto, pero carecen de la belleza de la letra dibujada que aprendimos quienes recibimos lecciones de caligrafía.