lunes, 13 de diciembre de 2021

CARTA A MARIANA, CON RECUERDO EN SEPIA

Querida Mariana: paso copia de fotografía con personajes. Los más visibles son mi compadre Miguel Penagos (que en paz descanse), Josefina García y Belisario Domínguez (que en paz descansen). Sí, la vida quita ramas a los árboles grandiosos, es ley de vida. Y la actividad cultural, motivo de la foto, también es algo que descansa en paz, porque es difícil en estos tiempos donde el correo está casi casi en extinción descubrir a filatelistas; es decir, a personas amantes del coleccionismo de sellos postales. Mi compadre Miguel fue filatelista de hueso colorado. En esos años (años sesenta, setenta) muchas personas en el mundo se dedicaban a coleccionar sellos postales (los timbres que se pegaban en las cartas como signo de que el porte de envío se había cubierto). El sello postal fue una de las genialidades del ser humano. En los inicios del correo a alguien se le ocurrió inventar las estampillas, poco a poco estos pedacitos de papel se convirtieron en grandes, enormísimos, embajadores culturales, porque llevaban un cacho del país a los demás países del mundo. En casa llegaban postales del tío Samuel, quien un día andaba en un congreso médico en Argentina, y otro día andaba en España. Cuando llegaban las postales con sus saludos desprendía los sellos con cuidado y los integraba a mi colección (porque también fui coleccionista durante un buen tiempo). Cada vez que alguien acudía a la oficina postal para enviar una carta o una postal, sacaba la lengua y la repasaba en el lado del sello que tenía goma para que quedara pegado. Cada vez que una carta o una postal llegaba a su destino, el sello llevaba diseños bellísimos del país emisor, esos diseños eran una mínima, pero excelsa, muestra de cultura. Así, el filatelista tenía en su mesa cientos de cachitos de culturas diversas. Los filatelistas recomendaban a padres de familia incentivar a hijos al coleccionismo de sellos postales, porque los niños aprendían geografía, fauna, flora, personajes célebres y mil rasgos culturales más. ¡Ah, los sellos eran una inmensa enciclopedia! Mi compadre Miguel (siempre generoso) compartía su pasión. Acá se ve muy en pose de actor de Hollywood al lado de una serie de expositores con sellos, divididos en temas. Acá se ve un bonche de estampillas que tenían la temática de “La conquista del espacio”. Basta echarle un poco de imaginación para pensar que la mayoría de esos sellos correspondían a los Estados Unidos de Norteamérica y a la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, porque USA y URSS tenían apuesta cazada a ver quién dominaba primero el espacio (ahora los chinos andan desplazándolos). ¿Un sello mexicano con temática del espacio en ese tiempo? ¡Ni pensarlo! (en 1979, México lanzó un sello postal con el tema para conmemorar los diez años de la llegada del hombre a la luna. Es un sello bellísimo, porque tiene un grabado con la representación de la luna en la cultura prehispánica. Es muestra de lo que digo: estos sellos servían como puente para unir culturas del mundo). Mi compadre está adelante del busto de Josefina (el mismo que ahora está en el parque de San Sebastián). Dije que el otro personaje es Belisario Domínguez, ahí aparece la silueta del héroe en el logotipo del Club de Filatelia, circundado por las tradicionales nueve estrellas de Comitán. Como en todo el mundo, en Comitán hubo clubes filatélicos. Formé parte del Club que organizó el hermano de mi compadre Miguel, el maestro Artemio, en el Colegio Mariano N. Ruiz. Cuando me tocó ser catedrático en mi colegio retomé la estafeta de esos maravillosos sembradores de cultura y organicé un club filatélico al que se unieron un grupo de entusiastas muchachos. Ahora, en tiempos donde la gente ya no manda cartas, porque los chunches electrónicos nos permiten enviar mensajes en forma instantánea a todas partes del mundo, la filatelia descansa en paz. Posdata: ¿sabés en dónde fue montada esta exposición? En la presidencia municipal de nuestro pueblo, en un salón al lado del corredor exterior principal. Ese espacio también se perdió. El palacio municipal de Puebla tiene un anexo donde funciona una galería. Es un espacio sensacional, la cultura a la mano.