lunes, 20 de diciembre de 2021
CARTA A MARIANA, CON SANTORAL ACTUALIZADO
Querida Mariana: Lucía dice que San Antonio ¡es la onda! Agarró la imagen del santo, la colocó de cabeza en el oratorio de casa de la abuela y una semana después apareció Juan, quien, dos días después le dijo que fueran novios y comenzó a darle besitos en el cuello y su mano se volvió gusanito caminando por los muslos y más arriba.
Pero Eugenia dice que es una pena que San Antonio no sea un santo integral, holístico. En cuanto hace su chamba de conseguir novio a la peticionaria, como vil Poncio Pilatos, se lava las manos y se retira. ¿Y qué pasa con las etapas posteriores? ¿A qué santo se pone de cabeza cuando comienza la celotipia? ¿Cuál es el santo que evitará el divorcio? ¿El que hará que el divorciado no se haga tacuatz y pase la pensión completa para el sostenimiento de las bendiciones?
Romeo también está de acuerdo con Eugenia, incluso va más allá, dice que el santoral católico no se ha actualizado, debería tener santos para ponerlos de cabeza para solucionar tanto problema que pone de cabeza el mundo.
San Antonio tiene el síndrome de las novelas y películas románticas donde aparece la palabra FIN en un color rosa bien bonito. Estas novelas y películas no cuentan qué sucede cuando vienen las broncas mayores y los pleitos y el tiradero de trastos sobre la cabeza del marido infiel. Todo termina con un grato sabor. La vida no es así, el romanticismo de la primera etapa de noviazgo se topa con el muro de la realidad. Resulta que el mundo no es de color de rosa, a veces es color gris y, en ocasiones, qué pena, es color rojo.
Hace falta un santoral más efectivo, como dice Lucía ¡santos que sean la onda! Santos prácticos, que vayan acorde con los tiempos presentes.
Vivimos en una era cibernética. Romeo pregunta si ya hay plataformas para hacer la confesión a distancia. Existen transmisiones de misa por televisión. Eso es genial. Mi mamá, en esta etapa de confinamiento por el coronavirus, ve y escucha la misa todas las tardes. Mientras trabajo, querida mía, me toca escuchar parte de ese ritual que me ha acompañado desde siempre. Mi mamá y yo y mi Paty nos damos el saludo de la paz. Veo que el sacerdote invita a los fieles que acuden a la misa presencial pasar a dejar su limosna en cestos que están al frente, pero, además, invita a los miles y miles de fieles que ven la misa por televisión a que hagan sus donativos mediante chunches electrónicos, que hagan transferencias.
Por eso Romeo dice que en los centros comerciales, aeropuertos, restaurantes, salas de cine, debería haber máquinas “volteadoras de santos”. Así como uno introduce una moneda para adquirir una bolsa de Sabritas, una cajetilla de cigarros, refrescos, jugos, condones y cubrebocas, los fieles podrían introducir una moneda para elegir el santo que remedie la necesidad. ¿Necesitás novio? Meté cinco monedas de a diez pesos y poné de cabeza a San Antonio. ¿Estás viendo puro bobo en tu entorno? Meté cinco monedas de a diez pesos y poné de cabeza a Santa Lucía. ¿Querés tener dinero? ¡No metás moneda alguna! ¿Querés tener éxito en las ventas de tu novela más reciente? Meté cinco monedas de a cinco pesos y poné de cabeza a San Juditas Tadeo, quien es el efectivo para las causas difíciles, casi imposibles.
Santos para remediar los problemas actuales, los prácticos. ¿Cómo evitar que se vaya la energía eléctrica y a la hora que regrese no pase a quemar el refrigerador, la computadora y la televisión?
¡Vivimos en medio del averno tecnológico! Los demonios del siglo XXI nos hacen mil travesuras y no hay santo que nos proteja, no hay santo para ponerlo de cabeza y que haga el milagro.
¿A qué virgen pone de cabeza la muchacha bonita que observa que su periodo menstrual ya pasó y no le baja?
Tiene razón Lucía, San Antonio ¡es la onda!, es efectivísimo para que las muchachas consigan novio, pero luego las abandona en la caldera del matrimonio que, en muchas ocasiones, termina en divorcio.
Posdata: aunque pensándolo bien, los santos no son culpables de lo que nos sucede. Pobre San Antonio, termina de cabeza. En Chamula los castigan y los ponen, como niños de escuela, viendo hacia la pared; y hubo un tiempo en que los sacaron de sus nichos y los quemaron en los atrios de los templos. Pobres santos. Para que San Antonio sea ¡la onda!, es necesario ponerlo de cabeza. ¡Pucha!