miércoles, 22 de diciembre de 2021

CARTA A MARIANA, CON PASTELITOS

Querida Mariana: antojo para navidad. Sé que a vos no se te da la repostería; es decir, no se te da preparar postres, pero bien que se te da comerlos. Bueno, hay millones en el mundo que se desgajan salivando cuando aparece un pastelito. Acá mando fotito de pastelitos (sólo foto, porque mi Paty y mi mamá ya los disfrutaron). Con una excelente presentación, como presagio del sabor. He dicho que a mí me encanta hallar negocios y empresas con nombres propios. Acá, la repostería creativa se llama Malicha, que es el nombre con el que amigos y familiares reconocemos a mi comadre Malicha TorresValle. Nos conocemos desde hace años, desde el primer día se mostró afectuosa y simpática. Durante varios años laboró en el Conalep, de Comitán, pero cuando (con toda justicia) se jubiló no se cruzó de brazos, ¡no!, comenzó a elaborar gelatinas riquísimas, con muy buena presentación. Mi comadre sabe que “de la vista nace el amor”; y ahora, su negocio, después de años, ya es una empresa exitosa. ¿No se te da la repostería, pero te encantan los pastelitos? Pues no lo pensés dos veces, agarrás tu celular y hacés una llamadita al teléfono que aparece en la etiqueta y adquirirás pastelitos ricos y bien presentados, serán el complemento perfecto para la cena navideña. ¿Con quiénes convivirás en esta navidad? Sí, lo sé. Me da gusto, sólo con tus papás. La pandemia exige y recomienda prudencia y cuidados. Me contaste que tu novio estará con sus papás, cuidándose de igual manera, y en compañía de tu cuñado, quien llegó de España y estuvo aislado durante catorce días para integrarse a su familia a partir del 16. ¡Bendito Dios! Que todo sea para bien. Para bien, asimismo, ha sido la labor de hormiguita de mi comadre, quien disfruta, desde hace muchos años, la repostería. Insisto en el tiempo, porque ahora, con la llegada de la pandemia, muchas personas (en todo el mundo) emprendieron negocios de alimentos para ayudar a la economía familiar y eso me parece una de las grandes bendiciones de estos tiempos inciertos. Quienes tienen el don de la cocina lo ponen al servicio de quienes no lo poseen, pero les encanta comer antojitos exquisitos. Mi comadre Malicha lleva años en la repostería, inició vendiendo con amigos y vecinos, pero ahora ya los ofrece en forma general. Vos sabés que no como alimentos preparados con lácteos o con azúcar, pero antes de esta dieta bendita tuve la oportunidad de probar las gelatinas, creación de Malicha. Vos y yo hemos disfrutado la presentación de esas roscas transparentes llenas de color y de formas realizadas con pedazos de fruta. Esas gelatinas hacen la delicia de chicos, grandes y medianos. Me convertía en un niño y me sorprendía ante esas delicadas formas. No sé, pero no recuerdo otra transparencia tan sublime como la que se da en gelatinas. Dije el otro día que celebro la vida; ahora la celebro con los pastelitos que prepara mi comadre, lo hago desde mi ventana virtual; celebro que comparta su gusto y amor por la repostería, que todo lo prepare con pasión. Celebro la oportunidad de contar con el afecto de sus hijos, quienes, sin duda, heredaron el entusiasmo por la vida que despliega su mamá. Dejó el traje sastre en el departamento administrativo del Conalep y se puso el mandil para administrar la cocina. Como cientos de comitecas valiosas, ella siempre ha tenido puesto el mandil del trabajo, que diría el poeta: fecundo y creador. Su negocio no tiene pierde, se llama como se llama ella: Malicha. Esta decisión fomenta la tradición de nuestro pueblo, donde los nombres propios fueron cercanos a nuestra memoria. De joven compraba nieve con don Agus; de niño compraba juguetes en la tienda de doña Angelita; de estudiante compraba libros con don Rami Ruiz (sí, sí, su negocio se llamaba como se sigue llamando “Proveedora Cultural”, pero todo mundo decía que sus cuadernos, lápices, mochilas, papel crepé, pelotas, periódicos, libros y revistas, los compraba con don Rami). Posdata: no lo pensés dos veces. Echá una llamadita al teléfono de “Malicha”, tal vez todavía consigás ricos pastelitos para la cena navideña. Recibí mi cariño, mi niña querida; el mismo cariño que mando a mi comadre y a todos mis amigos lectores.