viernes, 24 de diciembre de 2021

CARTA A MARIANA, CON PRESENTES

Querida Mariana: los obsequios también se llaman presentes. A veces pienso que deberían llamarse Futuros. ¿Qué compraste para navidad? ¡No! No estoy metiéndome en vidas privadas. ¿Cuántas personas en Chiapas compraron libros para regalar la noche del 24? Sé que, salvo gloriosas excepciones, los chicos no piden libros a Santa Clos (El viejito de la Nochebuena, en Comitán). Los chicos piden juegos electrónicos, celulares, consolas y tabletas (pero no tabletas de manía). Vos y yo, y miles y miles de personas, conocemos las virtudes de la lectura; asimismo reconocemos la dificultad para sembrar el hábito de la lectura. A los niños les encanta jugar (bueno, hay excepciones), si aparece un balón todos corren detrás de él. ¿Cuántos corren detrás de los libros? Acá, perdón por la bobera que diré, lo que debemos hacer los viejos es propiciar el juego; es decir, poner el balón y el libro cerca de ellos. Sabemos que el balón ganará siempre (con sus excepciones), pero una vez agotado el juego de la pelota, si el libro está cerca, el niño lo tomará. Lo importante, entonces, es propiciar la ocasión. No hay juego de pelota si no hay pelota, no hay juego lector si no hay libro. La pelota debe ser adecuada a la edad del niño. Si a un niño de tres años le damos un balón profesional de básquetbol le provocaremos una desazón. Lo mismo sucede con la lectura. Para sembrar el maravilloso hábito de la lectura debemos dejar libros ilustrados a su alcance. Se dice que el Siglo XXI es el siglo de la imagen; en realidad, la imagen ha sido elemento importante de la cultura de las sociedades. En los libros de Historia del Arte podemos apreciar las imágenes geniales que plasmaron los antiguos en la cueva de Altamira o de Lascaux. Los espectadores de los siglos siguientes nos hemos dedicado a leer esas figuras, a darles significados a través de las palabras. A mí, lo sabés, me seduce el cine, por su capacidad para contar historias a través de imágenes con movimiento y sonido. ¡Ah, qué invento tan genial! Pero comencé mi aventura lectora con un pequeño librincillo que tenía imágenes; el siguiente paso fueron los ahora llamados cómics (revistas ilustradas a las que les llamábamos cuentos). Los padres que ahora, al lado del celular, de la consola y tableta, incluyen una pelota y un libro ilustrado compensan la balanza del porvenir de sus hijos. El ideal de estos tiempos sería que los niños jueguen los juegos de este siglo, pero que también jueguen los tradicionales juegos de todos los tiempos. Que los padres de familia hagan presentes pensando en futuros. Los expertos nos han dicho que los juegos de estos tiempos son temporales. Los juegos que jugamos los niños de mi generación fueron de riego, nunca pasaron de moda, nunca se echaron a perder con la frecuencia con que se perjudican los juegos actuales. Tengo amigos que aún conservan los muñequitos que acompañaron nuestras tardes de juego, un poco descascarados, pero ahí están. La mayoría de videojuegos de los años ochenta ya pasaron a mejor vida. ¿Quién juega ahora el Pac-Man? Ahora los adultos juegan el Pack-Men. Me siguen gustando los libros ilustrados, disfruto los cómics, y, sobre todo, disfruto la lectura de libros de cuentos y novelas. He sido lector durante muchos años, he sido feliz. Por eso, siempre, igual que el basquetbolista y el futbolista, procuro compartir ese gusto para que otros también sean felices. Vos sabés que en nuestra revista ARENILLA en cada número publicamos un cuentito, patrocinado por la Fundación Alexandra Del Castillo Castellanos. Soy feliz cuando veo que los papás leen el cuentito al lado de sus hijos. Mi amiga Mónica me dice que cuando aparece la revista la guarda en su librero, pero en la noche de ese mismo día la baja y a la hora que su hija se acuesta abre la revista, busca el cuentito y se lo lee. Lo mismo hacían mis papás conmigo, lo mismo han hecho miles y miles de padres de familia durante todo el tiempo. Posdata: han pasado siglos, pero los seres humanos seguimos pintando imágenes, compartiendo historias. Los avances tecnológicos son deslumbrantes, pero seguimos usando colores de la tierra y pinceles con cerdas de animales. Los seres humanos seguimos soñando, hallamos felicidad en las historias que nos comparten los autores, los escritores y los sensacionales ilustradores. Lo ideal es que, en la caja de la consola, del celular, de la tableta, agreguemos una pelota y un libro ilustrado, hagamos futuros no sólo presentes.