viernes, 10 de diciembre de 2021

CARTA A MARIANA, CON PALABRAS CARIÑOSAS

Querida Mariana: los comitecos somos geniales. Lo sabemos nosotros y lo reconocen personas que nos conocen. El otro día, Gisell me preguntó de dónde viene lo de Cositías (así nos dicen). Viene del cariño extremo que tenemos y ofrecemos. Es tanto nuestro afecto que lo llevamos al límite. Claro, alguien puede decir que hay una niebla en el término, porque volvemos cosas a las personas. Sí, es cierto. Pero nadie, en el pueblo, dice: “Vení, cosa”. No, esto resultaría agresivo. Nosotros cosificamos a las personas, porque, en el colmo del cariño, decimos: “Ay, cosita”. Sí, la persona está cosificada, pero, no es en plan negativo, al contrario. Nadie puede asegurar el nombre de la primera persona que dijo tal expresión. ¿Quién fue la primera persona que lo dijo en este pueblo? ¡Quién sabe! Pero sí podemos asegurar que fue una expresión de gran amor. La persona que lo dijo lo hizo para demostrar un gran afecto. Tal vez, digo sólo que tal vez, fue una mujer la primera persona que lo hizo, y tal vez fue una abuelita, porque ellas tienen una gran capacidad para demostrar su cariño con palabras. Los abuelos también son muy amorosos, pero (no sé por qué) a los varones les cuesta un poco más expresar su afecto a través de palabras. Por esto, los varones dan serenatas a sus amadas, porque aprovechan el talento de los autores de canciones para expresar sus sentimientos. Conozco varones que son incapaces de decir a sus amadas: te amo. Les cuesta, tienen el miedo de ser catalogados como cursis. El esquema machista exige que el hombre se trague sus sentimientos. A mí, de niño, me dijeron que los hombres no lloran. ¡Pucha! Parece que conmigo no les funcionó la orden, porque soy un gran chillón. Mi amado papá fue un gran cinéfilo y se emocionaba cuando sucedía una escena sentimental. Cuando estábamos en la sala viendo la película por la televisión, él dejaba de mirar tantito la pantalla, bajaba la mirada y soltaba dos o tres lágrimas, levantaba la vista cuando ya sus ojos estaban secos de nuevo. A mí me encantaba comprobar que mi papá era un hombre lleno de sentimientos, que tampoco hacía caso a ese dictado bobo de que los hombres no deben llorar. ¿Quién, por el amor de Dios, decidió que los sentimientos amables y tiernos eran sólo capacidad femenina? Pero, bueno, digo que hasta la fecha, a los varones les cuesta expresar cariño con palabras. Nada puedo asegurar, pero sí apuesto doble contra sencillo, a que la primera persona que dijo cosita a alguien para expresar el cariño absoluto, fue una mujer. El colmo del cariño es decirle a alguien “cositía”. “Vení, cositía, te voy a dar un tu vaso de jocoatol”, dice la abuela, se cubre el pecho con su chal y le sirve un vaso de atol agrio al nietecito. Cositía. ¡Qué palabra tan bonita! ¡Tan decidora! ¡Tan nuestra! Tal vez en ningún otro lugar del país se emplea el término para expresar tanto cariño. En otros pueblos emplean otras palabras, que, también, son como caramelitos para el espíritu (bueno, a los amigos de La Trinitaria les decimos “caramelitos”, también con afecto). El otro día leí, en redes sociales, una expresión que escribió Mercedes Flores. Ella lo hizo, asimismo, para expresar cariño: “Qué preciosas mis prendas”. Sí, querida mía, en Comitán, no sólo decimos cosita a las personas amadas, también les decimos prenda. Estas dos palabras nos definen perfectamente. Por eso comencé esta carta diciendo que los comitecos somos geniales, somos muy afectuosos. Así como hay personas que son cerradas, también hay pueblos herméticos. Comitán es un pueblo abierto, generoso, siempre recibe a todo mundo con los cielos abiertos, y ¡qué cielos! Comitán es un pueblo que tampoco le hace caso al dictado machista. Comitán no duda en expresar su afecto en forma sincera. Posdata: Quién en este pueblo se molesta porque un comiteco le diga: “¡Te quiero mucho, cositía de mi vida!” Quién se enoja porque un comiteco le diga: “¡Sos mi prenda más amada!” ¿Mirás? Comitán es un pueblo afectuoso, por eso, los comitecos también amamos a este pueblo cositía, a esta ciudad que es una prenda fabulosa.