martes, 14 de diciembre de 2021

CARTA A MARIANA, CON UN CAMPANARIO SIMPÁTICO

Querida Mariana: vos y yo lo vimos y lo comentamos. Esto es un campanario simpático, extraño. Es una de las torres del templo de Santa Teresita. Cuando vimos el altoparlante en lugar de la campana pensamos en mil posibilidades, desde el ahorro de esfuerzo hasta el de intentos surrealistas. Dijimos que, en lugar de que un campanero suba todas las mañanas y haga el esfuerzo físico de tocar la campana, desde abajo coloca un disco con el sonido de campana del Vaticano y los fieles, vecinos de la Cruz Grande, son llamados con sonidos especiales, casi casi con la bendición del papa. Pero también dijimos que un muchachito travieso puede tomar el micrófono y jugar el juego de locutor anónimo: “Bueno, bueno, mamacita, soy Juan, bueno, bueno, ¿ya llegó mi papá?”; en caso que el travieso sea un fiel asistente a misa podría jugar a ser el cura: “Amadísimos hijos, cuando Jesús llegó a Galilea ocurrió una pesca milagrosa, porque ya dijo el señor: No déis pescados, enseñad a pescar. ¡Ay, no, perdón! Ese fue otro, Jesús sí repartió peces a medio mundo”. Pero la travesura da para más, desde poner música de Juan Gabriel en lugar de poner música sacra, hasta transmitir la final del fútbol soccer. Vos dijiste que se podía utilizar para mensajes sociales. ¿No hacen esto en las comunidades rurales? En rancherías tienen postes con bocinas donde avisan a la comunidad de próximas reuniones comunitarias, del robo de dos vacas, de que hay venta de tamales de elote en casa de doña Herlinda, de la presencia de autoridades municipales para escuchar las demandas, de las campañas de vacunación, de la influenza o del covid. Así, los vecinos de la Cruz Grande podían tener un medio de comunicación efectivo. En los años setenta hubo un incendio en locales frente a la Casa de la Cultura, la forma de dar aviso a la comunidad fue a través de un intenso repique de campanas del templo de Santo Domingo, todos se preguntaron qué ocurría. Lo mismo sucede ahora cuando alguien escucha la sirena de patrulla en el bulevar: ¿un choque o protección a un grupo de ciclistas? En aquel momento hubo desconocimiento. El repique era intenso. ¡Algo grave sucedía! Pronto (vivimos pues en Comitán) el rumor llegó a todos los barrios: casas del centro se incendiaban. Hubo necesidad que acudieran en auxilio camiones cisterna de San Cristóbal para apagar el incendio. Pensé en la bocina del templo de Santa Teresita, habría sido un gran auxiliar. De inmediato, al lado del repique, la voz de una persona que dijera: “Aviso, aviso urgente, hay incendio en el centro, lleven cubetas”. En fin. Cuando vimos la bocina pensamos en las mezquitas de Turquía (ah, la bendita tierra de Orhan Pamuk); pensamos en el muecín, que es el compa encargado de avisar el inicio del rezo desde lo alto de la torre. ¡Genial! Nada de toques de campana, allá es la voz de un muecín el que convoca. No hay primero ni segundo ni tercer toque. Ahora que el mundo está en nuestras manos gracias al Internet he entrado a ver y escuchar el canto de un muecín y es algo realmente sorprendente. No sé qué requisitos le exigen al muecín, pero doy por hecho que debe tener una voz potente, agradable, espiritual. Así como en nuestros pueblos las campanadas vuelan por encima de los pinos, sabinos, tejados y llegan a los patios, la voz del muecín corta la sábana del cielo turco y baja por en medio de las palmeras a retozar en los espíritus de los creyentes. En Comitán el llamado a misa se hace a través de campanas (femeninas), en Turquía el llamado al rezo es a través de la voz del muecín (masculino). Sonidos que trascienden su condición terrenal y asumen un matiz divino. Posdata: vos y yo imaginamos más usos a esta bocina. En realidad, todo fue un juego. Los vecinos y fieles del templo sí saben para que la usan. Tal vez fue vez única y alguien, en tiempo de feria, en lugar de usar el poste que ahí se ve, aprovechó el huequito del campanario y colocó ahí la bocina para vender colchas: “¡Se lo damos, ahí te pagan! ¡Ahí lo tienen! ¡Seiscientos! ¡Dáselo! ¡Pónselo para regalo! ¡Damos uno, otro más! ¡Échale uno, échale otro, otro de ese!”