sábado, 25 de diciembre de 2021

CARTA A MARIANA, CON UNA MIRADA

Querida Mariana: vi la fotografía y no dudé: la mirada es impactante. He sido alumno y maestro. No recuerdo haber mirado así cuando fui alumno; no recuerdo haber visto esta mirada en algún alumno: una mirada atenta, curiosa y, a la vez, llena de misterio. ¿Así ven los gatos? ¿Siempre? Existe el dicho que dice: “la curiosidad mató al gato”; es decir, los gatos son curiosos por naturaleza. Entiendo que el dicho expresa que el gato, por curiosidad, se atreve a territorios donde peligra su vida. ¿Sabrá el gato que posee siete vidas y por eso es atrevido? Rocío dijo el otro día que los gatos comitecos tienen nueve vidas, ¡nueve!, una por cada estrella de Balún Canán. Nada sé, lo único que sé es que cuando vi la fotografía casi casi puse mi mirada como la que acá se ve, pero, por supuesto, jamás un ser humano logrará esta rotundez de mirada. Ahora, los chavos dirían: “quedate con alguien que te mire así, por siempre”. Vos sabés que a mí me encanta mirar. La vista es uno de los sentidos que más aprecio en la vida, porque es a través de mis ojos que puedo ver cine, leer, apreciar la vida que pasa en la banqueta, en la calle, en los cafés, en los mercados. La vista me permite mirar el vuelo del colibrí retando el prodigio. Con mis ojos recorro las paredes, las ventanas, y si las ventanas me lo permiten hurgo en el interior de las casas, para ver la cotidianidad de las personas, de quienes no se saben vistos y realizan sus actividades del día a día, que son impresionantes: el niño que juega con un carrito en la arena; la niña que arropa a su muñeca con un chal; la abuela que, en su mecedora, borda una tela; el abuelo que dormita en el sofá, la muchacha bonita que entra al baño para hacer pis, el tío que baja la mano para encontrar la botella de ron debajo de la cama. Los expertos dicen que los ojos son el espejo del alma. Ah, ya quiero ver a esos expertos haciendo la lectura de los ojos de este gatito. Los quiero ver jalándose de los cabellos, porque no pueden descifrar el enigma de esta mirada. Si pienso en un muchacho puedo decir que su mirada se acerca a la de este animalito, a la hora que mira a una chica quitándose el sostén para ponerse la playera del pijama antes de meterse a la cama. Y sostengo que se acerca, porque nunca, insisto, he visto una mirada humana con tal intensidad. Y traté de llevar mi ejemplo al extremo, porque un muchacho está más atento a la hora que ve a una chica en el baño que a la hora que el maestro Molinari presenta un poema de Sabines en el pizarrón. Yo haría lo mismo, hago lo mismo. ¿Qué mirada tiene un fanático a la hora que ve a Messi haciendo el último pase para anotar el gol? ¿Qué mirada tiene el cinéfilo a la hora que Superman entra a la cabina telefónica y se pone el uniforme rojo y azul para volar hacia donde el puente se está fracturando? ¿Qué mirada tiene el hijo a la hora que, sentado a la orilla de la cama, sostiene la mano de su mamá y presencia el último aliento antes de entrar al terreno de la muerte? ¿Qué mirada tiene el niño a la hora que abre el regalo que le dejó el Viejito de la Nochebuena al pie del árbol navideño? Todas son miradas diferentes, pero, ¡segurísimo!, ninguna tiene esta fijación. Acá no hay un solo titubeo, nada impide la focalización total. Acá, el gatito está en la parte posterior de un estante que sirve para sostener libros (es uno de sus lugares favoritos). Él jugaba a mover libros o a sacar la manita para arañar al que desea bajar un libro, pero en este instante mágico algo sucedió en otro lado y el gatito desvió su mirada y la fijó en ese espacio. Nada lo interrumpió. Este gatito, nunca dejo de pensarlo, es pariente de la pantera, del tigre y del león. Pienso que los parientes mayores deben tener la misma mirada cuando una gacela se pone frente a ellos, sus ojos son como una red donde atrapan los movimientos de la presa, la mirada de los felinos es cazadora por naturaleza. En casa no hay gacelas ni ñus, pero sí llegan moscas y mariposas y colibríes. Tal vez, digo sólo que tal vez, alguna mosca pasó volando y el gatito concentró toda su atención en el objeto de su deseo. Posdata: si cuando le leés un poema o le mostrás una escena de película tu novio pone diez por ciento de esta mirada de atención ¡quedate con él! Una mirada atenta dice mucho. Acá dice mucho del mundo animal, también del mundo humano. Jamás, en mis sesenta y cuatro años de vida, he presenciado tal mirada de atención en un ser humano, como que no poseemos esta capacidad de atención o lo que está alrededor nos atrae. Entiendo que cuando hablo de literatura un muchacho prefiera ver la muchacha bonita, con jeans ajustados, que pasa por el corredor, pero no justifico que la atención se pierda por el simple vuelo de una mosca. Aunque ahora reculo, porque si pusiéramos atención como el maestro de Karate Kid otro gato nos cantaría.