domingo, 5 de diciembre de 2021

CARTA A MARIANA, CON UNA PORTADA

Querida Mariana: esta edición del “Esto” es del domingo 19 de agosto de 1973. No recuerdo dónde encontré este periódico, pero acá está. Estos ejemplares están ahora en hemerotecas o en archivos personales de aficionados al deporte. Muchísimos aficionados compraban este periódico en Comitán, en la Proveedora Cultural, con don Rami. Había personas que tenían suscripción, para no perder su ejemplar, porque cuando daba cuenta de algún suceso especial el periódico se agotaba en todos lados. Por ejemplo, este ejemplar fue muy peleado en Chiapas. Dije peleado porque en portada aparecía que Romeo Anaya, “El Lacandón”, noqueó a Pínder, “El Maravilla”. Anaya fue orgullo chiapaneco, un gran campeón. Arcadio Acevedo, un artista renacentista (escritor, pintor, caricaturista), escribió el libro “Romeo Anaya, guerrero auténtiKo”, que es un libro excepcional y da cuenta de vida y “milagros” de este boxeador. Lo de auténtiKo es porque en muchas ocasiones venció por nocaut a sus oponentes. Imagino que el domingo 19 de agosto de 1973, muchos aficionados sacaron un peso con cincuenta centavos de su bolsillo y compraron este ejemplar. ¡Sí, no lo digás! En Comitán llegó uno o dos días después al puesto de periódicos. ¡Estamos tan lejos del centro! Acá, el periódico llegaba en paquetería de la Cristóbal Colón. Si este periódico salió a la venta el domingo, ese día, un empleado lo documentó, el autobús viajó todo el domingo y llegó a Comitán el lunes, como a medio día. A esa hora, un empleado de la Proveedora iba con un “diablito”, transportaba el paquete hasta el local y, en la tarde, ¡ya estaba en circulación este periódico! Si el autobús tenía algún desperfecto, ya ni lo cuento. En los años setenta, los periódicos de circulación nacional estaban impresos en colores blanco y negro, con excepción del “Esto”, con este color sepia, y el “Ovaciones”, con color azul. Ya luego aparecieron los diarios a todo color. El “Esto” y el “Ovaciones” eran periódicos especializados en deportes. Yo compraba el “Esto”. Ya miré la cara que pusiste. Tenés razón, nunca he sido un gran aficionado al deporte, no tenía motivo para adquirirlo, pero (ya te conté) este periódico, en las hojas centrales, publicaba una sección de espectáculo y ahí, ¡bendito Dios!, Tomás Pérez Turrent escribía su crítica cinematográfica. Eso para mí era oro molido. Le daba una hojeada rápida a las noticias del boxeo, del fútbol, del béisbol y demás deportes y me detenía en la sección de espectáculos. En el cintillo superior mirás que Anaya retuvo su título mundial gallo. ¿Mirás? Un compa chiapaneco, bueno para los cates, llegó a ser campeón del mundo. No sé si algún otro paisano ha logrado tal mérito. Que lo digan los aficionados. Lo que sí puedo decir, como cualquier persona, es que ese mérito no fue cosa menor, ¡no!, pucha, ser el mejor boxeador del mundo en una división es una proeza. El libro de Arcadio da cuenta de los inicios de “El Lacandón”, sus éxitos y su declive. Nuestro paisano, igual que muchos otros boxeadores mexicanos, le gustaba echar sus tragos, a veces tomaba de más. Ya sabemos cómo terminan esas historias. El también magnífico escritor Ricardo Garibay escribió “Las glorias del Púas”, donde da cuenta, asimismo, de vida y “milagros” del boxeador que llegó a ser famosísimo y millonario, pero en las mesas de cantina su dinero se escurrió como se escurre el licor. Mi maestro de cuento, Rafael Ramírez Heredia, ya en plano ficcional escribió el cuento “El Rayo Macoy” (título con el que luego fue conocido el escritor). En este cuento (sensacional, con el que ganó el prestigiado Premio Internacional Juan Rulfo, que entregaba Radio Francia Internacional) mi maestro cuenta la historia de un boxeador que alcanza la fama y luego, por andar en mesas de cantina y camas de diamantina, termina hundido en el abismo. ¿Mirás? No soy apasionado a los deportes, pero mi gusto por el cine y por la literatura me han llevado a vivir la misma emoción que han vivido los aficionados de hueso colorado. Villoro, por ejemplo, es experto en cuestiones de fútbol. Por ahí también leí algo de Galeano (¡nadita!), y el Memo Samperio escribió un cuento que se llama “Lenin en el fútbol”, que es muy disfrutable. Mi admirado Julito Cortázar, gran aficionado al boxeo (fue cronista de varias peleas, en la radio francesa), tiene textos de ese mundo deportivo: “Torito” está escrito en el lenguaje popular de la Argentina (el llamado lunfardo), y “La noche de Mantequilla” cuenta la pelea que se dio en París, entre el argentino Carlos Monzón y el cubano mexicano José “Mantequilla” Nápoles. Posdata: don Tomás Pérez Turrent ya falleció. Él, que fue un gran conocedor del cine encontró la palabra FIN. No sé si el “Esto” se sigue publicando. Don Tomás fue uno de mis guías para elegir qué ver en las salas de la Ciudad de México, y cuando anduve en Comitán me aportó datos para la historia del cine y de los grandes realizadores con sus mejores cintas. En ese tiempo, mi vida no era en color sepia, brillaba en maravilloso tecnicolor. La película de la vida tiene múltiples matices. Nadie sabe cuánto durará su cinta personal. La única certeza es que después de un buen rato aparece la palabra FIN, THE END.