lunes, 18 de mayo de 2009

DE LAS FLORES AL VIENTO



Imaginá que te llamás verso de Cancino Casahonda, imaginá que sos el verso de uno de sus poemas. Tu aire estará formado con la brasa de la palabra. ¿Lo imaginás? Serás como un cordel para el cielo de los chiapanecos, serás como el agua fresca, como el silencio que antecede a la madrugada.
Serás una de las orillas más amadas de nuestros ríos, el cántaro donde la luz arde en la mañana.
Podés ser cualquiera de las líneas de su pentagrama, pero si querés ser pronunciado con la misma gratitud con que el creyente ora, elegí ser uno de los versos del “Canto a Chiapas”. Con esto elegirás ser la flama de la eternidad, serás recordado, pronunciado, para siempre. Porque cada línea de ese poema es como la ola infinita del mar que revienta, que siempre asciende, que nunca duerme porque la vida está en el colibrí que es como el ala de palma que sopla sobre el corazón del fuego.
Antes de decir sí al destino, inclínate ante un árbol o ante una cruz del milagro y agradecé al universo esta bendición. A pocos les es dado este hilo de aire, este prodigio a todo color en blanco y negro.
Estarás a todas horas y en todos los lugares. Serás como el chicle que mastica el niño, como la piedra que nunca se cansa de pisar la tierra y de mirar el cielo. Serás la huella de la carreta, la manecilla del sol y la hamaca de la luna. Serás la mecedora del cansancio y la cuerda donde brinca esa niña que se llama distancia. Serás el vacío que llena el vaso del que está lejos de su tierra; serás la tierra, el lodo, el paso en el abismo y la caída de agua que nunca duda en aventarse a lo desconocido. Estarás en la boca del enamorado que le da serenata a su muchacha; estarás en medio de los labios tiernos de una niña que declama en el patio de una primaria; estarás en la boca irreverente del borracho; estarás en la voluntad y en el presagio.
Serás todo lo que nunca has sido, porque el verso de Cancino Casahonda es como la puerta siempre abierta nunca advertida. Serás como el polvo y cubrirás todos los muebles de la nostalgia; serás lo que siempre has sido: mano extendida al viento.
Porque de la montaña es el copal que inflama el incensario del poeta. De la lluvia proviene el cordel y la almohada con que el bohemio sueña.
Claro, todo esto, en el entendido que a vos te gusta imaginar que las piedras son como palabras y que en un alud no hay paraguas que detenga la eterna furia de Dios, que para Él también es como un juego.