lunes, 4 de mayo de 2009

MUJER CUARENTA Y DOS GRADOS


Con un abrazo para Guillermo del Castillo Rojas, por su cumpleaños.


A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en: mujeres que son como un bloque de hielo, y mujeres que son como olla exprés.
La mujer cuarenta y dos grados es más caliente que las gallinas de Teopisca. Su calentura le viene del magma original, es falso aquello de que es consecuencia del calentamiento global. Su corazón es como una playa, sus ojos son como una línea de pájaros ardiendo y su entrepierna es brasa del fogón donde el trigo simple se convierte en pan.
Por lo regular, la mujer cuarenta y dos grados trata de ocultar su natural, ya se sabe que el hombre aborrece a la mujer caliente que es muy obvia. Al hombre le gusta ser engañado y creer que su compañera, ante los demás hombres, es una mujer de temperatura normal con tendencia a la baja.
Para el hombre que es inseguro, o es eyaculador precoz o la naturaleza no lo dotó de los trece centímetros mínimos requeridos, no es conveniente una mujer de éstas. Por eso doy algunos tips que pueden servir para reconocerla:
1.- Siempre que una mujer se levante, acérquese a la silla e hínquese, y, aunque los demás lo vean con recelo por aquello de las perversiones, huela para ver si detecta un olor como si algo se hubiera quemado. Luego siéntese sobre la misma silla, si siente que un vapor hirviente consume sus nalgas quiere decir que esa mujer es una cuarenta y…
2.- Cuando se meta a una alberca pública acérquese a la mujer y revise el área que la circunda. Si la superficie del agua tiene burbujas puede ser que esté comenzando a hervir y la mujer sea de esta especie (no se confunda, si la mujer, en lugar de una actitud coqueta, muestra una cara de satisfacción es posible que no sea una calenturienta sino una pedorra que se divierte con las burbujitas).
3.- Si cuando usted pone un disco con música de Bach o de Debussy ella insiste en bailar “de perreo” ¡no dude, es más caliente que las pavas de Catazajá!
4.- Asimismo, dude de la mujer que lo saluda de beso y le deja en la mejilla algo como una marca de esas que ostentan los “bueyes” en el lomo.
5.- Si ella se muestra atrevida y le pasa la mano por donde a usted le gusta y al otro día siente como si una medusa de mar lo hubiese tocado, ¡huya, huya!
6.- Por último, si cuando usted acaricia el trasero de ella tiene la sensación de que su mano es como el cuello de una camisa o la raya del pantalón ¡retírese!, está a punto de sufrir una quemadura de tercer grado y ser el hazmerreír de toda la colonia.
Pero si usted no es inseguro, entonces la mujer cuarenta y dos es la mujer que más se acomoda a sus deseos. Ella provoca los más sugerentes fulgores, las más intensas lenguas de fuego. Su mirada es como la poesía de Octavio Paz, sus muslos como las orillas del Ganges, y sus palabras como las brasas del Cantar de los Cantares. Amanecer con ella es como sembrar lava en medio del agua, como bajar al quinto infierno y volver lleno de luz, de luzbel.
A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en mujeres que son como la caricia de un caballito de mar, y mujeres que son como la mordedura de un tiburón blanco.