martes, 12 de mayo de 2009

LOS CANALES DE LA INFANCIA


Mis papás me llevaban a Jishil. Los papás tienen el destino de sus hijos en sus manos. Si yo tuviera hijos pequeños, ahora, los llevaría sólo a lugares donde la luz del agua limpia estuviera presente. Los hombres somos lo que bebemos en la niñez.
Ayer recordé a Jishil. Sucede que hace dos días llovió granizo y éste tapó un canal que está en el techo de la casa. Paty notó que la pared del baño estaba más húmeda que de costumbre (casi casi como si fuera una muchacha bonita haciendo juegos con su amado). Toqué la pared y, en efecto, estaba húmeda. "El canal está tapado", dijo Paty.
Jishil es un lugar cerca del río grande. Las mismas aguas del río mojan el valle de Jishil (me cuentan que ahora pertenece a unos extranjeros que han hecho algo como un Spa ahí). Cuando mis papás me llevaban el lugar pertenecía a un comiteco, compadre de mis papás. Jishil tenía un canal que llevaba el agua a un estanque enorme que funcionaba como alberca. Como yo nunca aprendí a nadar, mi mamá me ponía algo como un salvavidas y me metía al canal. Yo me podía parar en el canal y como no tenía más de un metro de ancho colocaba mis brazos en cada uno de los extremos y así "me bañaba". Desde lejos la imagen debió ser chusca, pero como medio mundo estaba metido en la alberca o al lado de ella tomando cerveza fría y comiendo tostadas con guacamole o tacos con chicharrón de cáscara, yo me sentía dueño del mundo. Levantaba tantito mis piernas y tenía la sensación de flotar, el empuje del agua echaba mis piernas hacia adelante. El agua era fría. Los pececitos jugaban en medio de mis pies. El cielo azul apenas interrumpido por las frondas de los árboles. El viento trepaba en todos los techos.
Toqué la pared y sentí la humedad. "Se va a caer la pared", dijo Paty. Ayer que fuimos a la tienda, doña Lupita (del veinticinco) nos contó que la granizada le tiró una pared que estaba en construcción. Así pues, le dije a Paty que me detuviera la escalera y venciendo cierto temor trepé para ver qué sucedía con el canal que recoge el agua del techo y que sirve como desfogue a través de un tubo de pvc. Logré superar el pequeño techo de lámina de cartón del lavadero (el granizo dejó unos huecos en la lámina) y vi el canal. Estaba rebosante de agua, igual que el canal de mi infancia (este canal de la casa apenas tiene treinta centímetros de alto y veinte de ancho). Con la ayuda de un pedazo de varilla empujé la entrada del tubo y eliminé el tapón y el agua se precipitó por el tubo y el canal comenzó a vaciarse. "Ya, baja", dijo Paty. Yo miraba, extasiado, cómo el canal se vaciaba. Era la imagen de Jishil. Algo pasa con los recuerdos de infancia. Los hombres creemos que los recuerdos son como canales llenos de agua limpia, pero hay algo que ensucia el agua, algo que, a veces, funciona como tapón y no deja que el agua fluya como debe ser. La vida es movimiento. No es posible vivir con canales tapados.
Ayer recordé a Jishil. Hoy fui a tocar la pared del baño. Ya dejó de estar húmeda. Casi casi estoy seguro que la pared no se caerá.