miércoles, 13 de mayo de 2009

PONCHITO


Don Alfonso Reyes cumple este año 120 de vida (¿?). ¿El hombre sigue cumpliendo años después de muerto? Tal vez sí, tal vez sigue cumpliendo mientras un afecto lo recuerda con afecto. Igual que lo hago con mi padre, muchos hombres siguen yendo al panteón para celebrar el cumpleaños de algún familiar ya fallecido. Conozco algunos que, incluso, llevan mariachi o marimba y echan un poco de traguito en honor al desaparecido físicamente. Tal vez convenga hablar de espíritu, decir que los cumpleaños refieren a una energía bullente en nuestro interior; tal vez es en nosotros donde cumplen años los afectos desaparecidos.
El mundo pues celebra este año los ciento veinte años espirituales de don Alfonso.
Todo en la vida es un poco providencial. Ayer me llevaron unos libros a la biblioteca del Colegio donde laboro y entre ellos hallé uno de Alfonso Reyes. Hace dos o tres días leí -no recuerdo dónde- que Alfonso Reyes está considerado como uno de los más célebres e ignorados escritores mexicanos (recordemos que Borges tenía en gran aprecio la obra ensayística de don Alfonso, no así los lectores mexicanos).
El libro de la biblioteca es el mismo cuya portada aparece acá. Es un libro de ficción literaria. Ayer leí el primer cuento titulado "La cena" (está considerado como un texto surrealista y fue escrito mucho antes que André Breton lanzara su Manifiesto).
Todo en la vida es providencial. En cuanto lo tuve en mis manos abrí el libro de la biblioteca y hallé la firma de Manolo, un amigo que hoy vive en Sri Lanka. La vida tiene distancias y tiempos, pero, a veces, se cancelan, y como si uno se sentara ante una mesa conversa con don Alfonso y con Manolo. La vida, a veces, tiende puentes inexplicables pero satisfactorios.