jueves, 5 de marzo de 2009

¿Se necesita una escalera grande?


Nadie puede despertar con certezas. La vida es una tómbola, tómbola (dice la canción). Imagino que en esa tómbola hay preguntas. Cada hombre mete la mano en esa tómbola y saca papelitos con preguntas que no tienen respuestas.
¿Es Oaxaca el estado más miserable de la república? Las estadísticas dicen que es el estado con mayor grado de analfabetismo. Pero, ¿saben qué? No creo en esa estadística que menciona que Oaxaca es el estado con mayor retraso de México.
No lo creo porque hay muchos grupos de personas que trabajan día a día por superar eso que ahora es una realidad estúpida; es decir, es cierto que Oaxaca está sumido en un hoyo muy profundo, pero hay mucha gente que está "aventando" luces, como lianas, para que los oaxaqueños salgan del marasmo.
Tal vez mucho de esta luz se debe a Toledo, Toledito, Chapulín iluminado.
Acabo de recibir el programa de festejos del tercer aniversario del CASA (Centro de las Artes de San Agustín). Es un programa con talleres, recitales, conciertos, charlas, ciclos de cine y mucho más. Si algún lector de este cuaderno está interesado, creo que puede hallar información en este chunche. Estará gente de la talla de Efraín Bartolomé, y de la talla de Gabriel Orozco (uno de los artistas plásticos más influyentes del arte contemporáneo a nivel mundial).
¡Hay lianas de luz que se descuelgan sobre la oscuridad! Algún día, lo sé, lo sé, los oaxaqueños respirarán otros vientos.
Dentro de los talleres hay uno que me llama la atención: "Creación de blogs literarios".
Pienso que es indispensable este tipo de talleres. Lugares en donde se reflexione acerca de la posibilidad de abrir otras ventanas.
¿Tenemos algo de esto en Comitán, en Chiapas? No, no. Acá las autoridades de Coneculta Chiapas se han dedicado a armar festivales (al estilo del Rosario Castellanos) en donde no hay una auténtico proceso de formación artística. Los poderosos intelectuales se dedican única y exclusivamente a contratar a grandes artistas que vienen a interpretar sus talentos y pasan como pasan los cometas (me dicen que en este tipo de eventos es donde está el negocio. Los grandes contratos permiten desviar recursos a bolsillos particulares).
Una mejor manera de sembrar gajos de cultura es con la implementación de talleres, con la formación de públicos.
¿De qué sirve montar una regia exposición de pintura o presentar un ballet si antes no tenemos una formación estética que nos ayude a comprender lo que vemos?
Pero, bueno, los chiapanecos nos conformamos con subir la escalera chiquita que nos ponen nuestras autoridades. ¿Qué vemos desde ahí? ¿Qué horizonte alcanzamos a distinguir?

miércoles, 4 de marzo de 2009

DEL MUNDO DE ALLÁ




A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en palabras de cuento de Cortázar, y palabras de canción de Paquita la del Barrio.
Sería un desperdicio hablar acerca de la palabra Paca. ¿Merece alguna respuesta la pregunta: “Me estás oyendo, inútil”? Paca insultante, paca sin remedio; paca de heno, alimento de vacas.
La palabra Cortázar, por el contrario, merece un viento enredado en un globo azul. Su palabra tiene el aroma de un pan a las cuatro de la tarde en un patio cualquiera, donde los niños juegan, una pareja se toma de las manos y una señora teje, mientras al compás de la mecedora, escucha un disco de jazz.
La palabra Cortázar es como un viento elástico que trepa como papalote por los cielos de París y de Buenos Aires; se columpia como gota en los dinteles de las ventanas; juega traviesa y dibuja unos labios de mujer; se convierte en lenguaje secreto de amantes y crece como los hongos en medio de los pasamanos húmedos de París. Es un pasaje que une tiempos presentes y pasados para que el lector intuya el futuro y recorra autopistas congestionadas.
La palabra Cortázar es puente (un pont des arts), une los mundos de acá y de allá y es una barcaza color borravino en medio de la bruma del agua de un río de París.
Para palpar la palabra Cortázar basta abrir un libro suyo o partir un gajo de agua. La palabra subirá como un dedito de guante negro sobre otra mano enguantada que agarra un poste de vagón del metro de París. Porque la palabra dedito es como un fruto de luz.
Su palabra poesía fue una enredadera que nunca halló los pétalos del vuelo. En cambio, la palabra cuento tiene la humedad y la cadencia de la hierbabuena; la luz y el paso gato de un danzón o de un tango; huele a mate, a flor de pasadizo a las dos de la madrugada; huele a lluvia golpeando sobre las calles empedradas de la calle Maga, de la calle Rocamadour. Su palabra cuento cuenta la historia más bella jamás contada.
La mano que bendecía esa palabra murió hace veinticinco años. Sin embargo, como si fuera un huerto de menta, cada madrugada un lector baña de rocío esa palabra jitanjáfora que es un glíglico papel.
Parece imposible que una palabra alcance el ritmo de un tren sobre durmientes de agua; parece imposible que a una muchacha bonita se le agolpe el clémiso cada vez que su amado le relame las incopelusas. Pero como la palabra cuento de Cortázar es un dedito de guante negro ¡el prodigio es pan nuestro de cada día!
La palabra es un dedito, el dedito es travieso, juega como si fuera un gusano sobre un árbol de focos apagados.
Las lámparas aún están verdes y la niña tiene prohibido cortar esos frutos porque, si los come, puede enfermarse del estómago. La niña desespera. Quisiera que esas pomarrosas maduraran pronto, se llenaran de luz, para cortarlas, para partirlas en gajos y morderlas y mancharse la cara, las manos y la blusa con el jugo de esa luz ambarina, de esa claridad que está llena de palabras, de palabras que son como un pozo de luz.
La palabra es un dedito y ese dedo es la mano y esa mano es el huerto y ese huerto se llama palabra cuento, cuento Cortázar, corta al azar; invento que es reloj de mar.
A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en: hombres que son como teatros vacíos, y hombres que son como el Estadio Manuel Reyna al tope.

martes, 3 de marzo de 2009

David Lachapelle


Dicen que es un fotógrafo norteamericano que nació en el año 1969. Dicen que es uno de los mejores fotógrafos del mundo. Dicen que ha retratado, por ejemplo, a Angelina Jolie. Dicen que es uno de los fotógrafos surrealistas más irreverentes.
Hasta el día de hoy yo no sabía nada de él. Sucede que ahora hay una exposición de sus fotografías, en San Ildelfonso, de la ciudad de México.
Las dos ramas me interesan: el surrealismo y la fotografía. Tal vez por esto, hoy en la mañana di con Lachapelle en este chunche.
¿Es un irreverente? Sí, es un fotógrafo que no respeta las imágenes cliché. Tiene una fotografía donde están Jesús y sus doce apóstoles en una imagen que no tiene ninguna relación con la imagen bíblica que pintó Da Vinci, por ejemplo.
Sin embargo, su irreverencia puede quedar atrás si uno aprecia el plano estético. Por las pocas fotografías que logré ver, por encima de esa sensualidad tan despojada de misterio hay una luz que da una nueva mirada a los objetos.
Hay una composición donde el sueño parece poner un pie en la realidad.
La imagen de Jesús con sus apóstoles, por ejemplo, retoma una imagen conocida. Cuando nosotros la vemos no podemos sustraernos a la idea de que es una imagen que se mofa de la imagen de Jesús. No obstante, la plasticidad de la imagen también puede hacernos reflexionar en algo que es absurdo y sin embargo probable en el territorio del sueño. Si Jesús viviera en estos tiempos, seguro que se reuniría con los tipos que están en la fotografía. Acá es donde el arte entra a otra dimensión.
Vale la pena ver la fotografía de Angelina (una de las artistas más sensuales de estos tiempos); vale la pena ver la fotografía de la cantante Madonna (en realidad es una fotografía bellísima que juega con esos caminos de luz intensos de las madonnas del renacimiento).
En fin, yo agradezco al mundo siempre que hallo una mirada novedosa. Sin duda que la mirada de Lachapelle es una ventana estética agradable.

lunes, 2 de marzo de 2009

BUENOS DÍAS, PARÍS


BUENOS DÍAS, PARÍS

Que me perdonen las mujeres, pero yo no celebro este mes su día internacional. Que me perdonen los patriotas y los masones pero yo no celebraré ni la expropiación petrolera ni el cumpleaños de don Benito Juárez. Ante esto podrán llamarme apátrida, pero no lo soy, no lo soy porque cada día me levanto con la convicción de contribuir con algo positivo para mi patria. Los masones y los patriotas no tienen la culpa, pero existen verdaderos apátridas que han convertido a PEMEX en un basurero y han denigrado la cita máxima de Juárez: “El respeto al derecho ajeno es la paz”.
De manera más modesta celebraré el día seis a mi compadre Javier Aguilar, pero este suceso les resulta intrascendente a los patriotas, a los apátridas y a todas las mujeres que tienen por costumbre celebrar el no cumpleaños.
Pero lo que celebro desde hoy, y en todo lo alto, y comparto con los lectores de El Heraldo de Chiapas, es la feria del libro de París.
De paso, que me perdonen quienes sostienen que la Feria del libro de Frankfurt es la feria más importante del mundo. ¿Quién sostiene que el pasillo donde se escucha hablar alemán es una nube más delicada que un pasillo donde se derrama la cachondería del francés?
Desde hace mucho tiempo mi brújula tiene un punto cardinal que señala a París. Apenas hace dos días un afecto me obsequió un llavero con la torre Eiffel (es auténtico, me aseguró).
Celebro la feria del libro de París, la celebro porque México es el país invitado de honor, la celebro porque Fabio Morábito y Carmen Boullosa estarán enredados en esa burbuja transparente que ilumina el sol de Montmartre, el agua del Sena y el viento de Balzac.
Los patriotas no lo hacen pero debieran celebrar esta feria con la misma intensidad con que celebran esos veneros escriturados por el diablo, según Velarde; o al hombre que, según Pellicer, dio “a los árboles una nueva raíz”. Debieran hacerlo porque de allá, de ese suelo en donde está el bosque de Víctor Hugo proviene la semilla de la libertad; debieran hacerlo porque es falso aquello de que los niños vienen de París, pero sí es cierto que de allá vienen los algodones rosas que, los domingos, comen todos los niños en las plazas de nuestro país.
Bendigo los dedos de luz que colocaron la réplica del sueño más alto en el bolso de mi pantalón.
A través de la prensa y del internet me enteraré de los pormenores de esta celebración en la tierra de Sartre, el llamado filósofo de la libertad.
Celebraré a París porque no me hace falta estar allá para soñar con los cuadros de Seurat.
¿Por qué Julio Cortázar ya nunca regresó a Argentina? Tal vez porque él halló su verano en el otoño de París.
Que me perdonen los renuevos de los árboles de Comitán, pero no celebraré la primavera. Este dos mil nueve celebro el invierno de la feria del libro de París. Lo celebro con la certeza de que esa semilla sembrada en el hielo puede fructificar. Ya Juan Rulfo nos enseñó que también en la piedra y en la arena florecen los mejores cantos.
No es visible, pero Chiapas, también, desde la lejanía, puede, un día, recoger esos frutos que hijos de esta patria irán a sembrar a París.
Que me perdone don Jaime Sabines pero no celebraré su cumpleaños número ochenta y tres. Ante esto podrán llamarme apátrida, pero no lo soy.
Este mes celebro el cordel de viento de Francoise Sagan. Pero no digo como ella: “Buenos días, tristeza”; al contrario, baño mi cara con agua de viento y digo: “buenos días, París”.

¿Qué hace el hombre cada vez que corta el gajo de una planta? ¿De un rosal, por ejemplo? ¿De ese arbolito llamado espino?
Los espinos, a pesar de su apariencia, son generosos. Mi tía Sonia me enseñó que sus puntas sirven como pinceles para delinear ojos o cualquier línea delgada en una tela. Mi tía y yo, y muchos más que se dedican al oficio, conservamos esas espinas. Las guardamos en los estuches donde están los pinceles y los tubos de pintura al óleo y el aceite de linaza.
Las espinas del rosal no sirven para tal propósito. Son muy cortas y siempre dan la impresión de que les faltara maduración. Las espinas del espino son duras y largas, delgadas. Sé que el própósito de estas espinas es otro, pero algunos hombres las usamos como pinceles.
En apariencia la espina del rosal no tiene ningún uso práctico. Hace muchos años mi tía Sonia me enseñó un plato con un rosal (ella pinta porcelana con pintura de oro). Ahí hallé las espinas en su inmadurez eterna.
¿Qué hace el hombre cada vez que corta el gajo de una planta? ¿Qué hace cuando corta el gajo de un espíritu? Porque, es conocimiento general, los hombres también llevamos espinas. Ayer miré a un hombre que tenía espinas como de espino. Caminaba de prisa. Tal vez huía de aquellos hombres que son artistas y que acostumbran cortar las espinas de los espinos para usarlas como pinceles. Mariana es como un rosal, si me acerco a ella me pincha con sus espinas breves, tiernas, quebradizas.

domingo, 1 de marzo de 2009

HACE AÑOS





Hace años me dijo: "¡Mira, mira, son árboles de conejitos!". De esto tiene muchos años, era una niña apenas. Hoy ella estudia un doctorado en la Universidad y sus ojos miran otros cielos.
Pero los cielos de Comitán siguen enmarcándonse con estos árboles que, en esta temporada, se llenan de algodón, como si fuesen cunas para conejitos blancos.
Estos árboles tienen el nombre de Tenocté. ¿Qué significa esta palabra? No lo sé, pero debe estar relacionada con la espuma intocada, con la rama que Dios muerde todas las madrugadas.
El tenocté Florece justo antes de la primavera.
Su aparición nos recuerda la luz de la vida.
Los comitecos viejos cuentan que antes había un dicho relacionado con la lubricidad de la época de calor. Cuentan que cuando el tenocté comenzaba a florear las muchachas bonitas preparaban "su maletía" para huirse con el novio.
Este árbol nos recuerda que los hombres estamos hechos de carne y espíritu.
Con la carne damos gusto al regusto y con el espíritu comemos estos algodones inmaculados.
Hace apenas un año, en esta temporada, estaba en Puebla. Allá mis cielos tenían el color morado de las jacarandas.
Hoy, después de más de nueve años, mis ojos volvieron a llenarse de algodón.
Hace años, sorprendida, maravillada, me dijo: "¡Mira, mira, son árboles de conejitos!". Hoy volví a recordarla así, llena de vida, con la inocencia de sus trece años.
Vio a estos árboles como si sus flores fueran frutos, como si sus frutos fueran mascotas, como si el corazón del cielo fuera un sencillo altar para bendecir la tierra.
¡Tenocté! Un aceite para untar el alma; una palabra para acomodar la madrugada.

PORQUE HAY HOMBRES QUE PIENSAN QUE TODOS LOS DÍAS SON DÍAS DE GUARDAR


Mariana dice que soy un inocente. Lo dice con tono de maestra que reprende a un niño estúpido.
Yo creía, hasta ayer, que los moteles se llenaban los fines de semana, cuando la gente no tiene trabajo y puede disfrutar la compañía de la persona amada. "Ay, qué inocente, eres -dijo Marianita- ¿qué no ves que los fines de semana los jefes están con sus mujeres?".
Sí, después de todo, parece que soy un inocente. Nunca imaginé que el mundo fuera tal como Mariana lo planteó, pero ¡así es! La ecuación es simple: de lunes a viernes hay actividad en todas las oficinas y escuelas, por lo tanto hay actividad motelera.
Según la estadística de este cuaderno de apuntes, de lunes a viernes hay una actividad más o menos regular (de treinta a cuarenta lectores). Los sábados y domingos la entrada decrece.
No quise preguntar a Mariana a qué se debe este fenómeno. Yo pensaba, se los juro, que mis lectores tenían más tiempo para entrar a este chunche los fines de semana, pero parece que mi blog entra en la misma categoría de los moteles. De lunes a viernes entran mis lectores a leer estos apuntes (¿esto es como una relación en lo oscurito?).
Soy un inocente. Amo los fines de semana, los domingos (como hoy) se me hacen días maravillosos en que puedo leer, pintar, caminar y respirar a voluntad. Yo pensaba (hasta ayer en que Mariana me hizo notar lo contrario) que la gente amaba los domingos. "No seas tontito, los jefes padecen los domingos al lado de sus esposas, no miran la hora que llegue el lunes para estar con sus secretarias".
Pucha, qué fuerte suenan las palabras de mi afecto, pero, bueno, ella sabe más que yo de la vida, sin duda, sin duda.

sábado, 28 de febrero de 2009

SUEÑOS SIN COLOR


Los muchachos de hoy no lo pueden entender. Muchos de mi generación tenemos una inconsciente fascinación por las fotos en blanco y negro.
Dos o tres lectores de este cuaderno han advertido el buen gusto de las fotos que ilustran mis textos. He insistido que no hago más que "bajarlas" de este chunche. Pero ya caí en la cuenta que busco y busco algo que no tenga mucho color.
Debe ser porque mi generación vivió la etapa de transición entre el cine en blanco y negro y el de color.
Era muy frecuente ir al Cine Comitán y ver películas mexicanas en blanco y negro. Todas las de "vaqueros" y las de Tarzán y las de Santo y Blue Demon eran en blanco y negro. Era tan común como levantarnos, ir a la cocina y tomar café con pan, al lado del fogón donde ya estaba puesta la olla donde hervían los frijoles para la tarde.
No sé pero hoy descubrí que mi mundo tiene mucho de blanco y negro. Y algo debe tener este universo pues, a pesar de todo el adelanto tecnológico (o tal vez por lo mismo), muchos artistas de la fotografía siguen empleando esta maravillosa tonalidad.
Por ahí me entero que los toros no ven el color. Todo su mundo es en blanco y negro. Por ahí también me entero que los hombres soñamos en color. Debe ser que tanto color de mis sueños me apabulla; debe ser que, entonces, prefiero vivir en un mundo donde el blanco y negro sea como un deseo.
Es tan armónica esa esencia que el negro nunca tiene connotaciones de oscuridad; es tan armónica tal conjunción que el blanco nunca deslumbra. Las fuerzas de cada uno se contraponen pero no se cancelan.
Siempre que veo una foto en blanco y negro algo de nostalgia aparece, pero no es una nostalgia que deprima, no, no, al contrario, es una nostalgia por la vida, por el presente, por saber que aún hoy, en plena época de tanto color plástico, es posible hallar una nube más modesta, más humilde.
Los muchachos de hoy no lo pueden entender. Si ven una película en blanco y negro de Woody Allen pensarán que es una película filmada en los años cuarentas. Se sorprenderían si se enteraran que fue filmada cuando todo mundo ya lo hacía en color.
Muchos de mi generación tenemos sueños en blanco y negro. Woody también.

viernes, 27 de febrero de 2009

GRANOS DE ARENA (9)



EN UN BAZAR A LA VELOCIDAD DE LA LUZ
Un ratón está adentro de una jaula de la veterinaria, roe un pedazo de queso. Una campana suena a la hora que la puerta se abre. Un hombre entra. El médico veterinario le dice al hombre: “Pasa, pasa, siéntate. Nada más termino de vacunar a este canario y platicamos un ratón”. El ratón para las orejas, juega a hacer palíndromos: ratón notar, mientras los hombres platican de él.

OTRA DE ROEDORES
“Te vendo un ratón”, le dijo Einstein a Stephen Hawking, pero éste, sabiendo que todo es relativo, no peló a don Albert y siguió metido en su hoyo negro.

HISTORIA DEL HOMBRE QUE CONFUNDÍA LA PALABRA MENTE CON LA PALABRA MENTA
Todo comenzó como un juego. Lamentablementa su menta degeneraba cada vez que comía una mente y eclosionó el día que un fulano de tal le dio una menteda de medra.

DE INTELECTUALES SIN INTELECTO DIGNO
Dice don Agapito del Intelecto y Ordoñez que en tiempos de Óscar Oliva algunos intelectuales arrastrados cantaban el himno a Chiapas de manera correcta: “…una oliva de paz inmortal”; pero al otro día que el poeta dejó el cargo le cambiaron la letra por: “…un palacios de paz inmortal” y ahora ya cambiaron la letra de nuevo e intentan sembrar la cruz del milagro en sus estepas.

PORQUE TODO TIENE NOMBRE, PORQUE TODO YA ESTÁ INVENTADO
Un día se dio cuenta que todo tenía nombre en el mundo. Decidió inventar “algo” para inventar una palabra que lo nombrara. Tomó una piedra, la partió en dos y a cada pedazo lo llamó “mediapiedra”. Estuvo satisfecho hasta que alguien le preguntó para qué servía la mediapiedra. Él dudó un instante, pero un segundo después contestó que era un invento para inventar palabras. Días después todo mundo comenzó a partir las cosas en dos a fin de inventar nuevas palabras. Así el diccionario se llenó de nuevas palabras: mediamedia, medioladrillo, mediosalón, mediacasa. El día que un noticiario local informó que un hombre había partido en dos a su mujer, el inventor fue acusado de ser el autor intelectual y fue sentenciado a cincuenta años de cárcel. Él, aún con cierto resabio de ironía, pidió al juez que le partieran su condena a la mitad, a fin de incluir en el diccionario una nueva figura jurídica: la mediapena.

PAISANOS QUE SUEÑAN CON “THE AMERICAN DREAM”
Un chiapanaco es aquél que entra a Burguer Boy y pide una doble de camarón con huevo.

LA NOCHE DE 2009 EN QUE ALGUNOS ESCRITORES CHIAPANECOS RECIBIERON EL ÓSCAR
Ricardo Cuéllar Valencia, por tres películas a la vez: “Un cuento sobre la felicidad”, “El desafío” y “El luchador”; Roberto Rico, por “El lector”; Y Blanca Margarita López Alegría, por “La duda”.


DE UNTADAS Y OTRAS HISTORIAS
La tostada estaba triste y enojada. La gota que derramó el vaso fue cuando oyó que un cargador le gritaba a otro: “Te voy a madrear, hijo de la tostada”. Desde niña sólo sirvió para que le untaran frijol o mayonesa. En Comitán la machacaban y la revolvían con chile para hacer algo que llaman “polvo juan” y que es una especie de chile piquín. ¿No había otro destino para una simple tostada?
Un día leyó la parábola del hombre que siempre se quejaba porque nunca tenía zapatos y se conformó cuando vio a un hombre sin pies. La tostada vio a su vecina la tortilla cuando le ponían carne de perro en la taquería de la esquina y se conformó con ser una simple tostada de pata.

DEL OTRO LADO DE ESTE LADO


Debe suceder lo mismo en cualquier pueblo, pero acá en Comitán decimos que los comitecos somos muy "patas de chucho" y andamos en todos los pueblos del mundo. Así como dicen que en Chiapas se levanta una piedra y se halla un poeta, así se abre una puerta en cualquier parte del mundo y aparece un comiteco que habla "de vos".
Ayer me escribió un afecto, me dice que estará laborando por algún tiempo en Sri Lanka. ¡Pucha y recontra pucha! Para mí, que el viaje más largo es cuando voy a Tuxtla a tomar pozol, se me hizo esa tierra como el fin del mundo. Y si bien no es el fin del mundo, sino tal vez el principio, el dichoso país está del otro lado del mundo.
En cuanto cerré mi correo busqué Sri Lanka en este chunche para más o menos saber por dónde queda y para descubrir qué ramas, qué vientos y qué ríos inundarán el espíritu de mi afecto.
Lo hallé cerca de la India y supe que recorrerá otras arenas muy distintas a las nuestras. Me conmueve pensar que Buda es quien truena sus chicharrones por allá.
Mi afecto mirará elefantes, así como nosotros miramos chuchos en la calle (bueno, imagino que también allá hay chuchos. He visto chuchos en todo el mundo. Sé que si existe vida extraterrestre, la mascota favorita de los hijos del planeta XZESG999 también serán los chuchos. Claro, los chuchos XZESG%%% no tienen la misma forma que los terrícolas. No sé, a veces creo que se parecen mucho a la forma que tenemos los humanos).
¿Cómo los de Sri Lanka juegan con los elefantes? ¿Los niños de Sri Lanka abrazan a los elefantes bebés como acá las señoras de la High society abrazan a sus chihuahueños?
Sri Lanka, ¡pucha, qué territorio tan lejos! Del mismo lejos que queda Comitán para ellos. ¡Pucha y recontrapucha!

jueves, 26 de febrero de 2009

UN TEATRO COMO ÁRBOL LLENO DE PALABRAS


A veces veo a los hombres como si hubieran perdido algo. Lamentan la derrota como si ésta fuese un baúl y alguien les arrebatara algo.
¿Por qué meten objetos inexistentes en las bolsas de su pantalón?
Ayer asistí a un concurso de declamación. Uno de los participantes (un muchacho de no más de diecisiete años) olvidó el poema a la mitad. Un silencio frío se hizo en toda la sala. El muchacho elevó la mirada. ¿Pensaba que el verso podía estar oculto en las lámparas que iluminan el escenario? Después de diez segundos, el muchacho se inclinó tantito, dio las gracias y bajó. El público y el concursante lamentaron el suceso. Nos quedamos como si hubiéramos perdido algo. ¿De verdad fue así?
¡Falso, no perdimos nada! ¿Cómo decirle a este muchacho que no extravió nada, que ningún hueco apareció?
Al contrario. Las palabras son como pájaros. A veces, estiramos la mano para descolgar una palabra y ésta, como si fuera parte de una parvada, ¡vuela!
La palabra es una sustancia volátil, no tiene raíces.
Ayer no perdimos nada, al contrario, recordamos que no poseemos nada.
Lo que pasó ayer en la tarde fue un encuentro, ¡un maravilloso hallazgo!
A todo mundo le sucede. De pronto, en medio de la plática más sabrosa, pareciera que olvidamos la palabra. "Acá, acá, lo tengo en la punta de la lengua", decimos. ¡Qué ilusos! Esa palabra ya vuela otros cielos, ya está parada sobre otro árbol. Cuando, a veces, pareciera que la recuperamos y decimos la palabra oculta, lo que en realidad sucede es que un ave diferente llegó hasta nuestros labios, porque, a veces, nuestra saliva es como alpiste para su hambre.
A veces veo a los hombres abrir hoyos como si hubieran perdido algo. No poseemos nada. Lo que sucede con frecuencia es que el objeto inasible nos posee y creemos que algún día lo tuvimos y cuando vuela nos queda la sensación de que lo perdimos. ¡Qué ilusos!

miércoles, 25 de febrero de 2009

MUCHO POR HACER



Este jueves, qué bueno, hay muchas actividades.
La Universidad Mariano N. Ruiz presenta: "Jaime Sabines, el más amoroso de los poetas";
El Grupo Armando Alfonzo presenta: "Un Homenaje a Roberto Martínez";
y la Universidad Autónoma de Chiapas invita a la presentación del libro: "Presbítero Eulogio Correa y Ochoa, Hacienda San Sebastián",de Amín Guillén Flores.