lunes, 15 de octubre de 2007

Boquitas y tapas

En Guatemala son "boquitas", en España son "tapas" y en Comitán son "botanas". Son la compañía ideal de los aperitivos (bueno, decir aperitivo es una manera amable de llamar a "los tragos", un eufemismo).
Los términos para designar a los psicolabis son exactos, porque, de una o de otra manera, hablan de "tapar" un huequito, de entretener un vacío. Si busco en el diccionario la palabra "botana" hallo que viene de bota y, en España, se aplica al remiendo que se coloca en los odres para que no se salga el líquido.
Por esto, bendito Tío Tavo (maravilloso cantinero comiteco, creador de "las macharnudas" y de las tortas de lonjas de chicharrón de hebra más sabrosas del mundo).
Tío Tavo pasaba la botana en un plato un poco más grande que una corcholata, cuando uno de los bebedores reclamaba lo miserable de la porción, Tío Tavo se secaba las manos en su mandil y decía: "Es botana, no es comida, hermano".
Frase maravillosa que sintetizaba la esencia de la botana.
Conocí más de mil cantinas, probé más de mil botanas, pero en ningún lado hallé la magia que existía en la cantina de Tío Tavo. El ritual era importante. Cuando terminábamos de comer las botanitas (siempre ensartadas con un palillo a través de un movimiento pulcro y cuidadoso), tomábamos "el caldito" sobrante. El jugo de limón con jitomate, perejil, cebolla, picante y sal, que había marinado los pedacitos de chicharrón o de butifarra, quedaba como una resaca divina en el fondo del plato. Por turnos, cada uno de los comensales tomaba con ambas manos el plato, llevaba éste a la boca y le daba un pequeño sorbo al jugo, y pasaba el plato hacia el compa de la derecha. Era todo un ritual de amistad, de jolgorio, de camaradería. Era toda una lección de vida: siempre hay que compartir, lo mínimo y lo grandioso.
Por todo esto, ¡benditas las botanas! ¡Bendito Tío Tavo! Bendito porque nunca nos dio de comer, simplemente tapó nuestros odres con una botana para que, de viejos, no se riegue el líquido del espíritu.