lunes, 29 de octubre de 2007

La columna periodística

Acabo de recibir la columna periodística de Roberto Coello Trejo. ¡Va copia para los lectores de este cuaderno de apuntes!

Guillén Vicente y la “impunidad institucionalizada”

Roberto Coello Trejo

Es evidente que el llamado “Marcos”, conocido como Rafael Sebastián Guillén Vicente, va de nueva cuenta tras los reflectores de la prensa amarillista que en su momento medraron de lo lindo con “la farsa de la selva”; que no sólo es cuestión del pasado con falsa historia, sino en la que aún, entre otras cosas, esta por definirse quién se benefició más con el sueño guajiro del maximato que ambicionaba Salinas de Gortari para redondear su proyecto de 18 años. Es evidente que quien llevó bastante agua a su molino con esa farsa fue Samuel Ruiz García; el obispón rojo que se montó en la “farsa de la selva” protagonizada por Guillén Vicente, para tratar de implantar la teología de la liberación y de paso convertirse en el Papa de los Indios, no sólo de las comunidades indígenas de los altos chiapanecos, sino de la conocida como ruta Maya teniendo como sede la diócesis de San Cristóbal de las Casas, y desde luego cargando a cuestas, lo más grave esencialmente para la Iglesia Católica; su presunta participación, que pesa como una loza sobre de ellos, como es el caso Acteal del que no son nada ajenos y que en unas semanas más cumplirá diez años de haberse llevado a cabo, en la que la cuota de sangre la aportaron los indígenas sacrificados en forma salvaje, como producto de una perversidad deleznable y desquiciadora..

Naturalmente que el “encapuchado”, quien viola la ley a su real albedrío, no sólo ante la justicia del hombre sino también la divina, sigue cargando sobre su conciencia una ensarta de rapacidades y que con una osadía complicitoria persiste en burlarse de nuestras fuerzas armadas, institución a la que le declaró la guerra sin que, después de 13 años, la haya retirado hecho que implica más burlas y al margen de ello, no sólo el trastocamiento el Estado de Derecho que tanto se cacarea, al iniciar un nuevo periplo por el territorio nacional bajo tintes indefinidos pero cuyo fondo es encabezar las inconformidades sociales producto de la crisis política y económica que se confronta en el país, aprovechando la desesperación de la ala eperrista que ya esta buscando vías que les permita “salir” del agujero en el que se encuentran después de los “bombazos” que le echaron a perder la fiesta al gobierno calderonista.

Como conocedor de la mercadotecnia, aunque para sus objetivos ya no funcionan, salió nuevamente a la aventura lanzando pestes contra el presidente Calderón y su ex aliado Andrés Manuel López Obrador. No tiene el menor empacho incluso en decirse aliado de otros grupos armados de izquierda, cuyos resultados ya son conocidos. Con esa postura de “impunidad institucionalizada”, trata de hacer creer -de ahí la urgencia de los reflectores- de que con el apoyo de organizaciones sociales, unas reales como el EPR y otras de membrete que avala la Frayba, que tiene nuevamente los hilos que le prestaron en el 94 desde las esferas del poder, pretenderá si el ejército se lo permite, volverlos a poner de rodillas y se convierta nuevamente en la estrella por la que sueña Olver Stone.

Se olvidó el señor Guillén que los tiempos son otros y que hoy en día no fluyen los miles de millones de dólares que en sus inicios recibió al lado de su socio Ruiz García, mismos que le hacían llegar organizaciones internacionales de izquierda, recursos que si se hubiesen destinado realmente para sacar de la marginación y la miseria a los indígenas chiapanecos otro sería su destino. Por cierto ¿quién o quienes pueden informar el destino que tuvo esa ayuda millonaria internacional, al margen de los millones que cada jueves y domingos el gobierno federal le hacía llegar a través de Francisco Rojas, uno de los cómplices del salinismo?

La realidad es otra aunque la miseria persiste. Nada es gratuito; vamos ni las recientes declaraciones del ex presidente Salinas quien pronosticó negros nubarrones sobre el país, en los que seguramente él podría estar detrás. Con catorce años de experiencia podría dejar sentir su peso, con toda su fuerza y crudeza, en el 2012 si los que detentan el poder no aprenden a ejercerlo como ya quedó demostrado, al menos en Chiapas el pasado siete de octubre.

Guillén Vicente ni como leyenda pasará a la historia porque lo cubre el más terrible mal que golpea a los mexicanos y que se ha enraizado hasta la médula como lo constituye la impunidad y la corrupción. Es obvio que al salir del enclaustramiento en el que “sus verdades” lo han confinado, busca, repetimos, de agarrarse de clavos ardientes y hacer suyas o cuando menos de su autoría fantasiosa, los sucesos que han ennegrecido el ambiente en el país y de paso, ya con los reflectores del amarillismo, el seguir medrando entre los incautos.

Lo que se esta viviendo aquí’, allá y acullá tiene muchas lecturas. Será cuestión de tratar de entenderlas y desentrañarlas. Aquí se habla de represión en momentos cuando lo que busca Guillén Vicente es medrar con el dolor de los familiares de las mujeres, ancianos y niños -necesariamente inducidos por “alguien” que tenía ascendencia sobre de ellos- que cayeron en Acteal, en tanto los varones acudían a Polhó donde dos días antes se habían “suspendido” las pláticas dizque por falta de “garantías”.

El farsante de la Selva es naturalmente cómplice de esa perversidad bien orquestada y que los gobiernos federal y estatal, por así convenir a intereses malévolos de los hombres de la sotana, insisten en hacerla verdad sin importarles, ya se sabe de que pié cojean, que los que están purgando condena sean inocentes.

Hablar de aplicar las leyes son eufemismos. Hay dos tipos de justicia, la que realmente se aplica a los culpables de delitos y la justicia política. Está más que visto que las dos operan aquí, allá y acullá. Esta visto que hay muchos hilos de la política sueltos que podrían generar el retroceso al pasado. Eso quiere decir que nuestra democracia es más que endeble y que los responsables de la política, local y nacional, deben hacer un alto en su camino, hacer los ajustes pertinentes y gobernar con la cabeza fría y no con el corazón, y menos con el hígado.

No debe olvidarse, así operan las democracias sean estas de izquierda, del centro o de derechas, que el Poder se ejerce no se comparte, apegados naturalmente a las leyes que nos rigen.