Un día estuve en el interior del edificio del Senado de la república. Ese día pensé en la medalla que el Senado otorga año con año, en el mes de octubre. Mientras observaba el mural de González Camarena pensé que el Senado ha reconocido a gente honorable y a otra no tanto. Hay una gran distancia entre Fidel Velázquez y Jaime Torres Bodet, por ejemplo; es decir, el Senado se ha equivocado en ocasiones memorables (memorables por ingratas).
Sólo un inocente no alcanza a ver el entretejido que ahoga la decisión final. Poderosos grupos políticos presionan para que el elegido sea alguien de su preferencia, alguien que comulgue con sus ideas, alguien que sea ejemplo de sus ideales. Sólo así se entiende que Fidel Velázquez (insisto, es un ejemplo de otros que hay) haya obtenido tal reconocimiento.
¿Qué cualidades debe reunir el elegido? Si nos atenemos al ideario que dio origen a tal reconocimiento, una de las cualidades es el amor profundo a México. Y basta hacer una revisión somera de la lista de personas reconocidas con tal presea para darse cuenta que hay varios que, en su actuación, hicieron lo contrario.
Ojalá que este año el Senado conceda este reconocimiento a alguien que en verdad ¡ame a México! A pesar de la podredumbre que ahoga al país hay millones de mexicanos que aún siguen siendo héroes anónimos y que cada día aportan su mejor esfuerzo para que este país no naufrague.
La ceremonia de entrega de medalla significa para Comitán algo más que para otras ciudades. Comitán está lleno del viento de Belisario. Algo de orgullo y dignidad sigue enredándose en sus cielos.
Ojalá que el Senado no se equivoque este año.