jueves, 11 de octubre de 2007

Música de tololoch

Dicen que la música es la más abstracta de las artes. ¿Más que la pintura? Dichoso el cine que tiene el recurso de la música. Ana García Vergua dice que el cine es perverso, le basta agregar un fondo musical con un violín, por ejemplo, para remover las emociones del espectador.
Cuando daba clases en el Colegio Mariano N. Ruiz, un alumno me dijo que el cine era mejor que la literatura, porque en el cine mucha gente lloraba. La literatura no tiene acceso al recurso de la música, a la literatura no le queda más recurso que hacer uso de la palabra para hacer llover música.
El escritor debe emplear palabras para llenar los vacíos silenciosos. El sonido del bongó, la chachalaquería de las tarolas y los fuegos de artificio que brillan en las marimbas deben ser evocados a través de la palabra. El escritor, a diferencia del cineasta, no cuenta con más recursos que un simple recurso: la palabra. La palabra construye toda la escenografía, los espectadores, el ritmo, las nubes y los huecos que sirven como campos de expiación.
Por eso, un escritor es el ángel más luminoso cuando logra colocar una ramita de albahaca o un tizón ardiente en el corazón del hombre empleando simples palabras.