martes, 30 de octubre de 2007

Montebello

Dicen que los lagos de Montebello están perdiendo su color original.
Siempre serán "los lagos de colores", pero, tal vez, un día no muy lejano sus colores dominantes serán los grises y los negros. El azul turquesa sólo será un sueño, un simple mecate en la memoria.
Tal vez el día de mañana los turistas y nativos llegaremos a ver algo como un lunar húmedo o como una costra de petróleo.
Parece que el mundo lo estamos convirtiendo en una inmensa nata negra.
Cuando viajo a la ciudad de México (la otrora región más transparente del aire) miro el cielo y miro un gran zanate que cubre todo el cielo. Los colibríes y las tiucas son aves que ya no vuelan nuestros cielos.
Los lagos de colores, dicen, ahora son como un esputo de tuberculoso, como un gargajo de fumador empedernido.
En los años ochentas fui un día a los lagos. Justo en la caseta de entrada al parque me detuve. En el carril contrario estaba estacionado un camión del ejército nacional. Los guardianes del parque hacían la rutina de revisión. Me bastó acercarme a cinco metros del camión del ejército para ver que los soldados llevaban cientos de loros verdes. El ejército también ha contribuido a depredar esa reserva natural.
Sí, poco a poco, los hombres le robamos sus plumas a ese árbol de follaje hermoso.
Un día de estos, los lagos de colores serán el reflejo de la noche sin estrellas, el hedor del túnel sin salida.