viernes, 27 de marzo de 2009

GRANOS DE ARENA (13)


ACERCA DE LA EXISTENCIA DE DIOS, INCISO A
El maestro escribió la tarea sobre el pizarrón. Sus alumnos debían llevar para la siguiente clase una prueba inequívoca de la existencia de Dios.

ACERCA DE LA EXISTENCIA DE DIOS, INCISO B
Cuando el maestro pidió que levantaran la mano los alumnos que habían cumplido, sólo Diógenes Pérez De la Cruz levantó la mano. El maestro le pidió a Diógenes pasara al frente y mostrara al grupo su tarea.

LLUVIA DE PALABRAS Y SONIDOS
Un chiapanaca es aquélla que cuando su primo Mario lo invitó a la presentación del disco de Malena Durán: “La primera lluvia del año”, se puso un impermeable y buscó su paraguas.

ACERCA DE LA EXISTENCIA DE DIOS, INCISO C
Diógenes se paró al lado del pizarrón, sacó una caja de madera que mostró al maestro y a sus compañeros. “Esta cajita me la prestó mi tío, el mago Chenflai, de Villaflores. Él dice que acá adentro está la prueba irrefutable de que Dios existe”.

ACERCA DE LA EXISTENCIA DE DIOS, INCISO D
El muchacho cumplido, abrió la caja y, con la mano derecha, señaló: “Nada por aquí, nada por acá”. Cerró la caja, luego volvió a abrirla y apareció una mariposa de trapo. Sus compañeros aplaudieron.

COLECCIONES RARAS
Comenzó a coleccionar botellas con perfumes. Se convirtió en el coleccionista más importante del mundo. Ayer, en una subasta de Sotheby’s, adquirió, por un millón de dólares, la pieza más cotizada de su colección: un frasco con el perfume de una mujer chiapacorceña con esencia de “suspiros”.

ACERCA DE LA EXISTENCIA DE DIOS, INCISO E (ÚLTIMO INCISO)
El maestro se acercó, tomó la figura de trapo y dijo: “Me disculpas, pero esto no es prueba de la existencia de Dios”. “No, maestro -dijo el alumno con la cabeza agachada- la prueba de que Dios existe está en la primera parte del truco: En la Nada”.

HISTORIA DE LA MUJER DE MEDIADOS DEL SIGLO XX QUE CONFUNDÍA LA PALABRA AMOR CON LA PALABRA ODIO
Conoció a un hombre en su pueblo: Comitán. Se enamoró de él, pero ella no entendió por qué el hombre cada vez que la besaba le decía “Te odio mucho, como nunca odié a nadie en mi vida”. Era tanto su enamoramiento que hizo caso omiso de las palabras de su amado y aceptó casarse con él. La noche de luna de miel, él descubrió que su amada no era virgen, la aventó sobre la cama, le rasgó el negligé y le dijo: “Eres una cualquiera. Te amaré toda mi vida”. Ella se sintió dichosa y vislumbró un futuro halagüeño.

A MANERA DE PUNTO FINAL
El otro día doña Lili recordó que el maestro Reynaldo Avendaño, mi maestro en la preparatoria de Comitán, dictaba la siguiente lección en clase de Ejercicios Lexicológicos: “La mujer que tiene punto y no tiene con qué coma, debe vender el punto para que del punto coma”.