miércoles, 25 de marzo de 2009

Los "pantalladependientes"


Bill Gates vaticinó que el celular será el objeto electrónico más importante del futuro. El otro día fui al auditorio de la Casa de la Cultura. Llegué demasiado puntual al evento donde se presentarían Óscar Bonifaz, José Falconi, Carlos López y Óscar Wong. Únicamente estaban una señora y su hija. Me senté en la fila del fondo (¿algún complejo de niño no aplicado en el cuarto grado de primaria?).
Andaba en plan de criticón, viendo cómo el plafón del auditorio está lleno de humedades y algunas piezas a punto de derrumbe, cuando dos muchachas bonitas se sentaron en la misma fila donde estaba yo, pero diez o doce sillas más allá, casi en el centro (¿algún acto de autoestima rescatado de consejo maternal: "Siempre sé el centro de atención"?). En cuanto se sentaron escribieron algo en su celular y no dejaron de verlo. Sus rostros se llenaron del resplandor de la pantalla.
Los hombres de todos los tiempos somos los mismos pero diferentes, decía el filósofo de Güemes. Estas muchachas bonitas tienen las mismas obsesiones y las mismas dudas que sus abuelas, que las muchachas de Afganistán de estos tiempos, pero son diferentes.
Cuando la mesa de trabajo comenzó, la sala ya estaba llena (conforme transcurrió el acto los estudiantes fueron saliendo como si la sala fuera un salón de clases y sin pedir permiso fueran "al baño", pero esta es otra historia). Las muchachas bonitas no dejaron de ver la pantalla del chunche. Eran como mujeres del siglo XVIII iluminadas con el resplandor del quinqué o de la vela. ¿Qué tanto hacemos en la pantalla del celular?
Según Bill Gates, a medida que transcurra el siglo, estaremos más pendientes de esa pantalla. Nos convertiremos en unos "pantalladependientes".
En cuanto el acto terminó, salí con cierta urgencia. Fui con el deseo de saludar a Óscar Wong, pero lo vi ocupado con Falconi y decidí dejar para mejor ocasión tal suceso. Salí con premura, debajo de un arco del amplio corredor alcé la vista y miré el cielo. ¡Ahí estaba, con su eterna luz, como nunca, como siempre!
No hay un hombre que lo vaticine, pero a veces tengo la impresión que el hombre del futuro mirará más el cielo y no me refiero a aventuras espaciales. Algo que está muy por encima de celulares "apantallantes" está en espera del descubrimiento.
Cuando estas muchachas bonitas están con sus amados ¿ven las pantallas o descubren juntos las luciérnagas del cielo?
No lo sabemos bien a bien, pero nuestra vocación es mirar el cielo. Hay más que ver arriba que lo que repta en el suelo.