lunes, 12 de noviembre de 2007

Se alborotó el gallinero


El rumor corrió en el bazar el día de ayer. Eran las doce del día cuando Paty dijo que Juan Soler estaba en el bazar. ¡Cloc, cloc, cloc!, dijeron Laurita y la otra Paty.
Al rato regresó mi Paty, feliz, con una hoja de papel en donde había conseguido el autógrafo del artista. La otra Paty vio la hoja y preguntó: "¿Pero por qué dice René?". Nos acercamos a ver el papel y alguien comentó que el artista que estaba en el bazar de Los Sapos era René Strickler. El rumor volvió a correr: "No es Juan Soler ¡es René Strickler!" Cloc, cloc, cloc, dijeron las mujeres que atendían sus puestos y comenzaron a alborotarse. Los habituales compradores se paraban frentes a sus puestos, pero las vendedoras los ignoraban y alargaban el pescuezo para ver al artista que, ahora estaba parado frente a un puesto especialista en antigüedades. Mi Paty, quien a esa hora ya era más del tal René que mía, se desapareció del puesto. Al rato regresó, más emocionada que al principio, y mostró a todas que se había tomado una foto con el actor. Cloc, cloc -dijo mi Paty, bueno, la de René- y cloc, cloc, dijeron las demás. Todas, entonces, obligaron a la Paty a ir con ellas para tomarse una foto con el actor que seguía en el puesto de antigüedades. Y yo, desde mi puesto, las vi formarse en fila, como si fueran a comprar tortillas (pero, ¡qué tortillas!, como si fueran tlayudas de Oaxaca); y las vi abrazar al actor y él, muy complaciente y generoso, sonreír frente al celular de Paty; las vi regresar felices, como si se hubieran bañado en aguas de otro mundo, "tiene una sonrisa divina", cloc, cloc, "Yo no me voy a bañar durante todo un mes", cloc, cloc, "Es el mejor actor del mundo", cloc, cloc, "¡Qué manos, qué sonrisa, qué trasero!", cloc, cloc.
Ayer, en el bazar, se alborotó el gallinero. A los hombres no nos quedó más que mirar el color rojo que brincó en las mejillas de las mujeres, no nos quedó más que sentir un calorcito que apenas nos llegaba porque todas las flamas abrazaban (y también abrasaban) al actor de rostro hermoso.
¡Qué poco decoro! Todas las mujeres se alborotaron y soñaron, por un momento, que volaban por otros cielos.