viernes, 9 de noviembre de 2007

Un misterio llamado Prepa (dos)

La mayoría cruzó el puente sin titubeos. Mis compañeros tenían la certeza de saber cuál era la puerta que debían cruzar para cumplir sus sueños. Pero hubo otros que dudamos, que tuvimos pánico justo a la mitad del puente.
Eras medio raro. Bien que me acuerdo que cuando ya íbamos a salir, vos dijiste que podías estudiar cualquier cosa, como que todo lo mirabas muy fácil. Eras presumidito, medio mamón, dirían los jóvenes de ahora, ¿no?
Este compa es el cristal en donde está mi verdadera imagen. Toda la noche estuve pensando en él y aún no sé cómo se llama. Anoche pensé en un apodo, pero no me atrevo a sugerirlo siquiera.
¿Y qué te has hecho?
¿Qué me he hecho? ¿Cómo puede formarse un rompecabezas si hacen falta muchas piezas? Cada Miguel Ángel del universo no tiene problema en esculpir su "David", el problema esencial es hallar el bloque de mármol.
Este compa me conoce más de lo que yo lo he hecho jamás.
Recuerdo, sólo recuerdo.
Rafa Pinto llevó una guía de carreras del Politécnico Nacional. Lo recuerdo como si ahora mismo tuviera la guía en mis manos, portada en blanco y guinda. Rafa dijo que estudiaría arquitectura (ya faltaba dos o tres meses para que concluyéramos el bachillerato). Yo pasé la guía, como se pasa un mazo de cartas de tarot. Una carta apareció: el plan de estudios de la carrera que tenía un nombre rimbombante: Ingeniería en Comunicaciones y Electrónica. Rafa me vio y me preguntó qué estudiaría, y yo, como simple chiste, como mera respuesta de bote pronto, dije que estudiaría esa carrera para que me dijeran: "Senor Ingeniero en Comunicaciones y Electrónica Don Alejandro ta ta ta ta ta". Y así modelé mi destino, como si todo fuera el juego de empujarse en el patio de la escuela, como si la vida fuera ese abismo ingrávido donde uno podía aventarse sin paracaídas.
¿En serio? No te lo creo.
Cuando cuento la anécdota de cómo decidí estudiar ingeniería nadie me lo cree. Y es que hay caminos por los que no camina la gente normal, caminos llenos de huecos que son como baches del alma.

(Si Dios no decide otra cosa, continúo mañana)